Camino a los 33 (Road to 33): Semana 47
La semana 47 no fue una semana más en el calendario. Estuvo llena de conflictos emocionales; de esos que te hacen reflexionar y, eventualmente, crecer.
Todo comenzó el domingo que fui a cortarme el cabello. Es algo que resulta sumamente terapéutico y no, no es por cambiar de imagen. Llevo más de un lustro con el mismo corte. Lo es porque cerca de 20 minutos puedo mirarme a los ojos casi sin parpadear. Un par de semanas atrás platicaba con Ella sobre la importancia de encontrar las cosas buenas en las situaciones adversas y no hablo de ser optimista. Yo no lo soy y no pretendo serlo. Yo sólo soy un realista con harta tendencia hedonista. El punto es que le decía, a esta persona, que si somos capaces de inventarle una linda historia a las cosas más absurdas de la vida; quizá, sólo quizá, podamos fijarnos en lo hermoso cuando nos miramos al espejo. Ella me cuestionó si realmente yo lo hago. Con justa razón, para ella siempre seré un tipo lleno de fantasmas y negatividad. Jamás seré más que “el hombre casi perfecto”. En fin, le respondí que sí lo hago. Por eso disfruto tanto ir a cortarme el pelo. Me siento, pido mi corte y me quedo en silencio mirándome al espejo. Veo mis ojos; mis cada vez más pronunciadas ojeras; mi cara da neutralidad, que no es tan neutral (eso lo aprendí de mi última ex novia y se lo agradezco tanto). La razón es simple; estoy muy cachetón y mi frente es cada vez más grande. Eso produce que mi boca tenga una ligera curvatura hacia abajo y que parezca que estoy frunciendo el ceño todo el tiempo. Noto la casi imperceptible diferencia en la forma de mis orejas. Observo mis casi inexistentes cejas. Y miro con detenimiento la delgada línea que forma mis labios. De pronto sonrío. Soy feliz. A veces las personas, particularmente Ella; me cuestionan y hasta me reclaman que hable o escriba de mi pasado con tanta frecuencia y naturalidad. Piensan que estoy lleno de fantasmas, cuando es todo lo contrario. Mi pasado sólo es un conjunto de anécdotas, de historias. Siento el momento y sigo adelante. La gran mayoría de las veces veo con humor cuando sueño con alguien del pasado o si suena una canción que en un punto relacioné con alguien. Irónicamente, alguien me dijo este día que yo sufría por amor. Mi respuesta inmediata fue “¿Y quién dijo que sufro?” Sí, la decepción siempre es muy real pero en mi vida ya no hay cabida para el sufrimiento. Soy demasiado bueno para rogarle a alguien y estoy demasiado andado como para saber que todo en esta vida es temporal. La fotografía 323 es un autorretrato y una autorrepresentación al mismo tiempo. Utilizando una doble exposición pretendo reflejar todo lo bello que encuentro en mí, al mirarme al espejo. Tan bello como el jaguar que custodia el pasillo de mi hogar.
El lunes fue un día magnífico. Eran alrededor de las 0100 hrs cuando alguien me escribió “Estaba pensando en ti”, al preguntarle qué pensaba; me respondió “En que eres una gran persona. Por todo lo que eres y haces. Y espero que estés consciente de todo eso.” A veces las palabras más impactantes llegan de quien menos lo imaginas. Históricamente, después de llegar ese tipo de halagos, el siguiente paso es dejarme de hablar. Sucedió hace dos semanas, hace un año, el año anterior a ese y tres años atrás. Espero que esta vez no sea así pero no puedo hacer más que agradecer sus palabras y honrar nuestra amistad de la mejor manera posible. También fue el día en que se montó la exposición “La Vida en Infrarrojo”. Quiero aprovechar para agradecer al Instituto de la Juventud de Cuautitlán Izcalli por todo su apoyo para llevar a cabo esta exposición. También quiero agradecer al H. Ayuntamiento de Cuautitlán Izcalli por brindar un espacio para impulsar a jóvenes creativos. Un especial agradecimiento a Anaid Velasco por hacer esta exposición posible. Finalmente, mi más profundo agradecimiento a Lindsay Vargas por creer en mi trabajo y por abrirme tantas puertas. Sin ti no habría llegado a la mitad de donde hoy me encuentro. La fotografía 324 es completamente ajena a todo lo anterior. Es muy sencilla pero tiene una importancia fundamental porque, justamente, hace un año ocurrió el evento más conmovedor, hasta entonces, de mi vida. Ese evento fue el que me dio la idea inicial para hacer un proyecto 365. Impulsado por los motivos equivocados pero, al final, todo ocurrió conforme al plan maestro de esta aventura llamada vida.
El martes no tenía mucha idea de que hacer para la fotografía, a pesar que tengo varias opciones en mente, aunque requieren mucha producción. Por ahora he tenido suficiente trabajo y tendré aún más en las siguientes semanas. Al llegar a casa estoy procurando seguir la misma rutina para generar un nuevo hábito. Pero después de lavar los trastes tuve una brillante idea, más bien, un antojo. Decidí prepararme un delicioso chocolate de agua. Mientras lo preparaba se me ocurrió transformarlo en Zapoteco y ahí surgió la idea para la fotografía 325. Agregar una porción generosa de mezcal hace la magia. El título, el chocolate, el mezcal; todo es una referencia, un mensaje… (Hoy hice lo último que me restaba hacer). El resultado del chocolate fue fascinante. La mayor parte del alcohol se evapora en el último hervor. Sin embargo, los aromas y sabores del agave se mezclan con los propios del chocolate y generan una explosión fabulosa en nariz y boca. Sí, al final hay una ligera nota de alcohol pero complementa el sabor del chocolate. Aunque debo ser honesto… En mi chocolate la nota fue nada ligera.
El miércoles trabajé en casa. Fue un día poco productivo. En la noche decidí hacer un panorama macro de algo que encontré entre las cosas que saqué cuando limpié el calabozo. Me llamó mucho la atención porque no conozco a nadie con ese nombre. Se necesitaron 99 imágenes para generar la fotografía 326. Paciencia es lo primero que se requiere en la fotografía macro. Utilicé una sola fuente de luz que fue un flash disparado de forma lateral. El resultado me parece bastante agradable, pues se alcanzan a observar los detalles de los cortes sobre el metal.
Después del fiasco de la semana pasada en mi día de vacaciones; logré que me lo repusieran el jueves. El plan inicial era compartir el día con un par de personas. Por motivos varios; terminé haciendo todo solo… y fue lo mejor que me pudo suceder. Empecé el día visitando el museo Franz Mayer. Antes de entrar me senté afuera en una banca y pensé que esos momentos los había imaginado al lado de alguien. Ese alguien motivó un proyecto nuevo. Es un proyecto que tiene sentido por sí solo. De hecho, años atrás lo había pensado pero no le di la importancia necesaria y por falta de tiempo (e interés) no lo inicié. Cuando esa persona apareció; resultó bastante emocionante compartir ese interés. Ahora que eligió alejarse; yo he decidido continuar… con ella o sin ella. Visité las dos exposiciones temporales y exploré algunos rincones del museo. De ahí surge la fotografía 327. Siempre he querido tener una biblioteca así de fascinante. El título hace referencia a lo descrito anteriormente. Por la tarde visité la exposición de mis fotografías. Soy feliz. Al volver a casa vi una película que había olvidado que quería ver: Lovelace. Me partió el corazón. Definitivamente, esas situaciones siempre parecen ajenas, aunque sabes que existen y suceden; pertenecen a otro universo. Hasta que tocan a tu puerta se vuelven reales. Cuando sabes que alguien que amas y te importa ha pasado por eso… duele. Así que la película agitó muchas emociones. Sólo deseo de todo corazón que hoy sea feliz, muy feliz.
El viernes inicié el día emocionalmente inestable. A consecuencia de la película del día anterior; tenía una serie de emociones que me llevaron a pensamientos no muy agradables. Me sentí tan mal que decidí abrirme a platicar con la única persona que hacía sentido: la desconocida más conocida que tengo. Mis amigos tiene su propia vida y su propia agenda… a veces resulta imposible verlos. En fin, le expresé mi sentir y las razones por las que cuestionaba ser como soy. Si realmente tiene sentido estar… Me escuchó con atención y me dijo, entre muchas otras cosas, “no te apagues”. Sus palabras me llevaron a reflexionar. Por la tarde, ella misma me dio los motivos suficientes para entender que ser como soy tiene todo el sentido en este universo. Es mi ideal ser como soy. Amar incondicionalmente. Soy un manantial que encuentra en su interior lo necesario para seguir fluyendo, seguir generando y seguir dando lo mejor de mí. Sí, es probable que no haya una misión en la vida. No pretendo esclavizarme ante una idea. Pero si con el simple hecho de sonreírle a alguien, abrazarlo, contestar sus mensajes o sus llamadas en horarios poco habituales; puedo regalarles un poco de paz, un poco de tranquilidad… entonces lo seguiré haciendo. Porque nada me cuesta, porque lo que me sobra es tiempo, porque es mi ideal brindar amor y compasión a quien más lo necesite. Por la noche apareció en mi puerta la chica maravilla. Vimos Hitch y contamos historias. Es fascinante descubrirla un poco más. Tenía una tarea pendiente, hacer una foto con paleta de colores renacentista. No sé si sea la paleta correcta pero la fotografía 328 captura toda la esencia de ese momento. Es una especie de documento pero una autorrepresentación al mismo tiempo. El movimiento y la viñeta son totalmente intencionales. Es un intento por generar un efecto de ver a través de una burbuja. Un micro universo donde todo lo que sucede es perfecto y el resto del mundo puede esperar afuera por ese instante que dura el abrazo.
El sábado fue un nuevo despertar y, por fin, volví a ver el sol brillar durante el amanecer. Tal vez sea porque mi corazón arde en felicidad… Quizá porque los huracanes se han ido… Probablemente nunca lo sabré. Irónicamente, tomé la fotografía 329 con el celular porque era lo que tenía a la mano. Y el plan para la fotografía del día era otro pero los sábados termino muy agotado. Desde muy temprano me levanté a hacer tarea, luego voy a clase y, al volver, estoy fundido. Me senté un momento en silencio en la obscuridad y recordé la magia de la noche anterior. Después terminé de leer la última odisea y decidí acostarme en el sillón un momento con el anhelo de revivir mis recuerdos. Luego decidí irme a dormir, sabiendo que había tomado, al menos, una fotografía con el celular. Todo el día tuve un conflicto interior y creo que eso es parte de lo que drenó mi energía a lo largo del día. Es un conflicto entre el sigue y el detente. El eterno dilema entre hacer lo que deseo y lo que debo. Ese punto en que es imperativo decidir si continúo con mi plan de acción o espero sólo un instante más… esperando una señal, un milagro.
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