La semana 46 fue sólo una semana más que marca el calendario. Pero como cada una de las anteriores; llena de emociones, experiencias e historias. A veces creo que estoy disfrutando demasiado todo esto.

316/365 Ven A Mí. Cuautitlán Izcalli, Estado de México, México. 16 de julio de 2017, 21:18 hrs.

f/3.5
1/15 sec.
ISO-3200
16 mm
SONY ILCE-6000
317/365 Mi Último Fragmento de Esperanza. Cuautitlán Izcalli, Estado de México, México. 17 de julio de 2017, 22:52 hrs.

f/8
1/2 sec.
ISO-800
60 mm
Nikon D7100
318/365 Celebración. Cuautitlán Izcalli, Estado de México, México. 18 de julio de 2017, 22:59 hrs.

f/3.5
1/160 sec.
ISO-800
16 mm
SONY ILCE-6000
320/365 Un Hombre De Palabra. Cuautitlán Izcalli, Estado de México, México. 20 de julio de 2017, 16:41 hrs.

f/8
1/10 sec.
ISO-100
27 mm
Nikon D7100
321/365 Infernum. Cuautitlán Izcalli, Estado de México, México. 21 de julio de 2017, 18:41 hrs.

f/8
1/100 sec.
ISO-100
50 mm
Nikon D7100
322/365 Memoria Refrescada. Centro Histórico, Ciudad de México, México. 22 de julio de 2017, 17:53 hrs.

f/5.6
1/60 sec.
ISO-200
16 mm
SONY ILCE-6000

El domingo inició de fiesta. Salimos de la cena después de las 0100 hrs. Mientras manejaba de regreso; apagué las luces del auto y logré ver el cielo estrellado, tan bello, tan inmenso. Luego, una serie de eventos nos llevaron al hotel hasta después de las 0300 hrs. No dormí el resto de la noche. Después tuve que enfrentar la agonía de manejar durante cuatro horas pero, finalmente, llegué a casa. Traté de poner orden y acomodar las cosas del viaje. Cuando el cerebro se estaba apagando, decidí tomar la fotografía 316 justo antes de acostarme. Simplemente dormí.

El lunes amanecí completamente adolorido y aunque dormí más de seis horas, todo el día estuve con demasiado sueño. Aun así, logré ponerme al corriente con la publicación de fotografías. Ya era bastante tarde cuando recordé que me faltaba la fotografía del día. Ya había pensado en la idea desde el día anterior. La fotografía 317 es el recuerdo de la cena con una vela encendida. Es un autorretrato que busca transmitir que aún hay esperanza en mi interior. Aunque sea frágil y escaza.

El martes fue un día aburrido en el trabajo. Hay días como éste en el que una canción en mi auto me hace perfecto sentido y, al llegar a casa; me entretuve tanto que logré olvidarme del tema por un instante pero luego una plática me la recordó. En fin, fui tan feliz montando mis fotografías que nada más importaba y por eso quise capturar ese momento en la fotografía 318. ¡Estoy tan emocionado! Mi primera exposición individual. Sin duda alguna, es el punto sin retorno. De ahora en adelante quiero hacer todo lo necesario para que estos momentos se vuelvan el común denominador.

El miércoles terminé de montar las fotografías con ayuda de la chica maravilla. Sus palabras han resonado en mi mente. No me asustan pero realmente debo detenerme a considerarlas fríamente. No será sencillo. Sé que no debo pero no hice nada para evitarlo. Tal vez es momento de dejarlo atrás. La fotografía 319 es la representación misma del tiempo compartido. Una simple foto de producto se puede convertir en un recuerdo y volver a sentir. Una imagen que carece de completo sentido sin el contexto de la situación que la envuelve. Es por eso que a pesar de mantener mí voto de silencio; decido compartir un poco de mi sentir. Hace varios meses atrás le dije a alguien que había decidido ser una hoja en mi árbol genealógico. Sin embargo, el día del niño, una persona especial apareció en mi vida y me hizo replantear mi estrategia. En verdad, reconsideré todo en mi vida, volví a entregarme y decidí abrir mi corazón. Hoy que por fin reafirmo mi convicción de ser una hoja, la vida me cuestiona de la forma más… retadora. Ahora que he decidido vivir con la actitud del Bohemio de Afición, alguien más me dice que hay muchas cosas que le agradan de mí… algo que no vi venir.

El jueves fue el día en que entregué mis fotografías para la exposición en la recepción del Palacio Municipal de Cuautitlán Izcalli. Bajo el título, La Vida en Infrarrojo; representa mi primera exposición individual. Es el primer paso, uno pequeño pero muy significativo y de alto impacto. La fotografía 320 es una tarde lluviosa en la que me siento a leer. Tiene años que no leo un libro en español, no tengo nada contra el idioma; de hecho, mejor ahora estudio el voseo reverencial y me especializo en el antiguo castellano… ya ni si quiera sé por qué… si nadie leerá esos escritos… pero me gusta aprender, me gusta escribir. La fotografía es porque prometí leer esos libros y aunque no habrá nadie que valide el cumplimiento de la misma; me encanta leer y siempre cumplo mis promesas. Finalmente, hoy fue el día que por fin decidí encender la luz naranja de mi casa.

El viernes desperté con una canción en la mente. Mi primer pensamiento fue la letra, desde el principio, de esa canción, que hace ya casi un año, una ex novia me dedicó. El resto del día estuve en casa trabajando. Se murió toda esperanza después de ese evento en el calendario. La fotografía 321 es un autorretrato que busca reflejar ese sentir. Ese grito de esperanza que se transformó en agonía. Que se convirtió en el infierno que arde en mí.

El sábado fue un día muy largo. Justo una semana después, por fin me digné a mirar el amanecer… Después intenté terminar todas las entregas del Diplomado de Fotografía. Cuando iniciaba m largo camión a clase; escuché una canción que se llama “Olvidar” y me di cuenta que hay muchas canciones que habla sobre hacer eso. Sin embargo, olvidar no es algo que haces; es algo que te sucede. Y, para mi buena o muy mala fortuna; a mí rara vez me sucede. Olvidarla jamás podré porque mientras haya amaneceres; la recordaré. Aunque los amaneceres ya no lucen tan fantásticos y brillantes desde que dejé de esperarlos para compartirlos con ella… O quizá, sólo quizá, sea por la temporada de lluvias. La calle “16 de septiembre” me trae lindos recuerdos. Al salir de clase llovía con fuerza y decidí abrir un balcón de la galería para tomar la fotografía 322. Simplemente para capturar ese instante que los recuerdos inundaron mi mente. Como aquella tarde que estuvo ahí conmigo en el que la ciudad también fue azotada por una fuerte tormenta. O aquella otra en la que caminamos después de media noche y hasta las 0400 hrs. Por la noche me senté en el sillón rojo de mi sala, como me gusta hacerlo; en completa obscuridad y sin más sonido que el andar de los autos. Aunque ahora el tic toc del reloj acompañó de una forma agradable; recordándome su última visita y que cada segundo cuenta.

Durante mi clase del diplomado me cuestionaron sobre cuantos seguidores tenía con mis publicaciones semanales y si había registrado un crecimiento desde que inicié. Sinceramente, jamás me preocupó hacer eso. Son tan contadas las personas que me han dicho que leen semana con semana lo que escribo (creo que ni mi familia lo hace). También se de algunas que me han dicho que lo leyeron una vez y me prometieron jamás volver a hacerlo. Así que no tengo un registro de cuántas personas han leído lo que escribo ni de cuántas personas han visto las 322 fotografías que ya acumula mi Camino a los 33. Estoy por terminar y, sinceramente, en este momento no me interesa cuántas ni quienes lo han hecho. Pero sí hoy has llegado hasta aquí, sin importar quién eres; deseo agradecerte por engalanar mi sitio con tu mirada, por los minutos de tu tiempo que dedicas para mirar mis fotografías y para leer las palabras que escribo. A ti que estás al otro lado de esta pantalla; te quiero.

 

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