La semana 45 fue una montaña rusa de emociones, otra vez. Pero fue una semana sumamente enriquecedora en varios aspectos de mi vida. Cuando estoy en un estado tan triste como el de esta semana; suelo aislarme del mundo entero pero esta vez el mundo no me lo permitió y fue la mejor cosa que pudo haber sucedido.

 

309/365 Sí, Ese Es Mi Corazón. Cuautitlán Izcalli, Estado de México, México. 9 de julio de 2017, 08:02 hrs.

f/13
5 sec.
ISO-100
48 mm
Nikon D7100
310/365 Lo Único Que Me Quedó De Esa Última Noche. Cuautitlán Izcalli, Estado de México, México. 10 de julio de 2017, 22:02 hrs.

f/8
1/100 sec.
ISO-3200
40 mm
Nikon D7100
312/365 Punto Final. Cuautitlán Izcalli, Estado de México, México. 12 de julio de 2017, 23:47 hrs.

f/4
1/60 sec.
ISO-100
16 mm
SONY ILCE-6000
313/365 Cálida Caricia. Polanco, Ciudad de México, México. 13 de julio de 2017, 20:12 hrs.

f/5.6
1/60 sec.
ISO-200
30 mm
SONY ILCE-6000
314/365 La Belleza De Lo Cotidiano. Santa Fe, Ciudad de México, México. 14 de julio de 2017, 06:58 hrs.

f/4
1/160 sec.
ISO-1250
16 mm
SONY ILCE-6000
315/365 Celebremos Esta Noche. Ezequiel Montes, Querétaro, México. 15 de julio de 2017, 23:23 hrs.

f/3.5
1/50 sec.
ISO-3200
16 mm
SONY ILCE-6000

 

Todo empezó el domingo. Sí, brincamos el día, en ese momento creí que no sería por última vez. Sin embargo, con el paso de los días todo indicaba que esa había sido la última noche que nos veríamos. Lloré de forma inconsolable en la obscuridad de mi sala. Sólo envié un mensaje a mi amigo diciendo “I’m done, bro.” Lo cual me llevó a recordar la canción que le da sentido a mí vida porque, en verdad, soy vagabundo; siempre de paso...  Eso es todo lo que se debe saber para entender la fotografía 309. Con el espacio liberado en mi estudio fotográfico, pude colocar un pequeño set para hacer foto de alta velocidad. Los vecinos no deben haber apreciado los martillazos a las 0200 hrs pero necesitaba hacerlo. Lo único que podía romper era mi corazón. Al menos, la representación que con tanto amor había tallado tan solo una semana atrás. Tuve que hacer varias pruebas, pues no tenía muchas oportunidades, primero hice algunos golpes con martillo; sabiendo que no lo romperían (cuestión de física). Eso me permitió estimar un tiempo de retraso para disparar los flashes. Al principio intenté con más de 100 milisegundos pero era muy lento. Probé con 10 milisegundos y era muy rápido. Al final, el resultado lo logré con un tiempo de reacción de 25 milisegundos entre el sonido del golpe y el disparo de los flashes. Para lograr esta fotografía; hice disparos de 5 segundos en un cuarto completamente obscuro, utilicé dos flashes y un sensor de sonido que me ayudó a disparar los flashes 25 milisegundos después del golpe. La única forma de romper mi corazón fue utilizando un objeto afilado y dando un fuerte y certero golpe al centro del mismo. Capturar un par de piezas en el aire fue bastante satisfactorio.

El lunes fue un día bastante ocupado en el trabajo. Es evidente que no estoy bien porque estoy frío, yo suelo emanar demasiado calor pero cuando estoy frío es porque algo anda mal con mi corazón. Al no sentirme del todo bien estuve evitando muchas cosas, así que llegué a ver una serie en mi estudio donde nunca estudio porque no había recogido la sala. Finalmente, decidí que era momento de guardar la almohada y la cobija. Al hacerlo noté que en el sillón había algo. Tomé la cámara y retraté el último recuerdo de esa noche. La fotografía 310 es una macro a mano alzada, la relación es 1:1, entonces tuve que utilizar tiempos de exposición muy cortos. Eso me obligó a utilizar un ISO muy alto. La apertura en macro siempre se debe procurar utilizar lo más cerrada posible. Para la iluminación utilicé la lámpara de mi celular. La luz lateral me permitió generar volumen y resaltar algunos detalles del objeto.

He tenido días complicados y el día martes. Si toda la semana fue una montaña rusa de emociones; el martes fue diez veces peor. Me llegué a sentir como una pequeña embarcación a la deriva, en medio de una tormenta de emociones. Sin embargo, fue la prueba que la vida me puso para validar si realmente vivo al pie de la letra mi motto: “Si no quieres estar, alguien más querrá estar. Y si nadie más quiere estar, al menos yo estaré. Y eso me basta.” Como suelo decir, la vida es perfecta, exacta y precisa; este día me demostró que así es. Durante los últimos tres días me gasté la mente pensando cómo resolvería una situación que nunca se presentó. Sólo me arruiné los días anteriores complicándome la existencia por algo que no sucedería. Eso me ha recordado que hay que enfrentar las situaciones cuando se presentan, no antes. Este mismo día vi a la chica maravilla y eso ayudó a detener el sube y baja que todo el día me había desquiciado emocionalmente. Platicar con alguien siempre es útil, pero siempre hay acciones que cambian la vida y la historia. He aprendido a vivir sin arrepentimientos y eso siempre implica daño colateral. Todo este preámbulo era necesario para justificar la fotografía 311. Es una especie de proyección sin llegar a la autorrepresentación. Tomé varias fotos pero cuando las revisé; decidí crear algo que reflejara mi sentir de ese día. La poca luz me hizo forzar el ISO, lo cual me llevó a decidir por el blanco y negro para ocultar la aberración cromática y, de algún modo, darle un carácter diferente a la imagen. Es de las pocas veces que alguien ha estado presente cuando me llega la inspiración en medio de la calle. Así que agradezco enormemente a la chica maravilla por aguantarme esos minutos y prestarme su silueta… entre otras muchas cosas.

El miércoles fue el día de trabajar en casa. Tuve muchos pendientes que atender. Finalmente, el trabajo comienza a demandar mi tiempo y atención. Aún lejos de hacer lo mismo con mi intelecto. Decidí hacer algo que nunca hago cuando trabajo en casa; cocinar y sentarme en el comedor a disfrutar de mis alimentos. Necesitaba hacerlo para enfrentar los recuerdos que aun raspan. Por la noche aproveché para escribir una carta demasiado importante. Probablemente lapidaria pero brutalmente honesta. La fotografía 312 únicamente pretende documentar tan valiosa epístola. Lo importante de esta fotografía es que me ha inspirado a realizar un ejercicio mental que, tal vez, sólo tal vez, documente para este proyecto.

El jueves fue otro día bastante ocupado en el trabajo. Pero salir temprano me ha permitido compartir el tiempo recuperado. Irónicamente, cuando peleé por mi nuevo horario, lo hice con algo en mente, algo que jamás sucederá. Pero este día aproveché la oportunidad para compartir el espacio-tiempo con una persona a quién quiero mucho. La fotografía 313 es un paisaje urbano. Algo entre los edificios llamó mi atención. Justamente algo estético, de esas cosas que casi nadie se detiene a contemplar. La fotografía me gusta bastante porque el clima era bastante frío pero el atardecer brindaba esa sensación de calidez, como cuando doy un abrazo.

La fotografía 314 llegó el viernes muy temprano. Mientras esperaba el amanecer, decidí explorar un poco más mi entorno y descubrí encuadres interesantes. Mientras caminaba de regreso a mi auto; encontré algo para mi Camino a los 33. El cielo rosado me cautivó y no me importó incluir algo que procuro excluir en mis fotografías de ese lugar: los autos (y marcas si es posible). Pero, nuevamente, es parte de estar en el momento exacto, en el lugar exacto. Como todo en la vida. La belleza de lo cotidiano nos sorprendería a cada instante si nos detuviéramos a apreciarlo un diminuto momento. Son estos instantes los que llenan mi banal e insignificante existencia. Por la tarde tuve otro de esos momentos, al compartir una gran charla con una amiga. La cual me hizo recordar que siempre se debe estar agradecido por cada día, por cada nuevo amanecer.

El sábado fue un día sumamente largo. Empezó a las 0500 hrs con demasiados sentimientos encontrados. Sí, me detuve un instante a reconocer el gran vacío en mí pero no permití que eso determinara el día. La cena de hoy no podía llegar en mejor momento, una gran oportunidad de celebrar con mis amigos y encontrar motivos nuevos para ser feliz. Esperé el amanecer y capturé la trigésima y última imagen dedicada. Decidí separarlas en una colección propia titulada “30 Days Of Wonder”. Antes de partir; mis padres me llamaron. Mi madre me dijo algo antes de colgar “Lo que no nos mata; nos fortalece.” Sí, he sobrevivido, la vida me ha entrenado bien, perfectamente bien. Hoy es el día en que mi ave insignia extiende sus alas y emprende el vuelo. Reflexioné sobre las desafortunadas decisiones que tomé los últimos días y, por una extraña razón, una canción sonó en mi lista de reproducción: Un buen perdedor. Emprendí el largo camino a mi destino con mil cosas en la mente. Al llegar allá; tuve una experiencia cercana a la muerte. Vi la luz y la seguí por un instante. Conozco muy bien mis límites, así que debo reconocer que lo anterior fue el resultado de retarlos de forma irresponsable. He escrito detalladamente lo que sentí pero no pretendo compartirlo. Por la tarde, en el hotel, mientras me cambiaba para la cena; veía un canal de películas y empezó Hitch. La escena donde conoce a Albert; es una de mis favoritas. Me recordó que sin importar lo desarrollados que tenga mis súper poderes, siempre seré un Albert deseándole felicidad a la mujer que amo, aunque no sea conmigo. La cena siempre ha sido una magnífica oportunidad para disfrutar el momento. Es una celebración y no hay lugar para otra cosa que no sea felicidad, alegría y diversión. Siempre es grato compartir ese evento con mis amigos. Me hacía falta una noche así. La fotografía 315 es un documento de los eventos descritos en este último párrafo: representando la muerte y la vida; la luz y la obscuridad; la compañía y la soledad…

 

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