Una semana más en los registros, esta vez estuvo llena de preguntas y noches sin dormir, pero la considero una buena semana, a pesar de los dolores. Es difícil creer que ya sólo quedan cincuenta días por delante…
Día 309. 8 de julio de 2021
Finalmente dormí cinco horas y media sin despertar una sola vez a mitad de la noche. Desperté justo a las cero cuatrocientas treinta horas, pero creo que estaba en mi fase de sueño profundo porque desperté medio sacudido y con esa sensación de no haber descansado, pero ya es algo positivo haber logrado que mi cerebro deje de estar esperando lo imposible.
¿Si pudiera viajar al futuro, podría escapar de mi pasado? El principal problema de todas las películas que involucran cierto tipo de viaje en el tiempo es que se les olvida que también deben considerar el viaje en el espacio. El Sol se mueve a ochocientos veintiocho mil kilómetros por hora alrededor del centro de la Vía Láctea, Sagitarius A*. Eso implica que cualquier salto en la línea del tiempo, también debe considerar el desplazamiento en el espacio hacia donde la tierra estará (o estuvo). De no hacerlo, simplemente apareceré en el frío y obscuro vacío.
Además, viajar al futuro no es problema, no hay paradojas ni conflictos. No hay riesgo de que me encuentre con mi versión del futuro, porque la versión del futuro seré yo mismo. Simplemente, no tendré un pasado durante una gran parte de la historia del planeta.
En una película que vi el fin de semana anterior, sugieren una “especie de paradoja” que, hacia el futuro, es completamente irrelevante. Al futuro sólo pueden viajar las personas que hayan muerto antes del tiempo en el que llegan. Y al pasado sólo pueden viajar personas que no han nacido. Pero no contemplan el efecto mariposa de todos los eventos que no ocurrirán durante el tiempo que van al futuro. Por ejemplo, ¿qué pasa si manda al futuro a uno de sus ancestros y muere? Entonces, técnicamente, el futuro al que llegan debería ser un futuro diferente al que les platicaron.
Suponiendo que hoy viajo al futuro con la intención de saber cuál es mi “legado”. El problema de eso es que llegaré a un futuro en el que no tengo ningún “legado” porque simplemente desaparecí un ocho de junio de dos mil veintiuno y ya no tuve influencia alguna en los miles de años que siguieron.
Ahora, suponiendo que pudiera regresar un segundo exacto después de haber partido, entonces tendría un pasado en el futuro y un futuro en el pasado. El problema ahora es que, si uso cualquier información del futuro en mi presente, entonces, por el efecto mariposa, el futuro que conocí, y que es parte de mi pasado, dejaría de existir. Por lo tanto… ¿estaría cambiando mi pasado o mi futuro?
Todos estos pensamientos vinieron a mi mente mientras contemplaba la lluvia desde la sala. A veces es bastante bello poder perderme en estos pensamientos. Cosas que a nadie le interesan, cosas que, en este momento, no podría compartir con alguien con la misma emoción que las exploro y experimento en mi mente. Me encanta la física.
Día 310. 9 de julio de 2021
Tuve una noche breve, curiosamente, mi lectura matutina fue un diez con balance perfecto. Por la mañana alguien me saludó para contarme un chisme que ya no podía contener y necesitaba contárselo a alguien. Comenzamos a platicar las implicaciones de vivir en pareja. En algún momento le dije que yo, en este momento de mi vida, ya no estaba en condiciones de vivir con alguien y, más allá de eso, yo ya no soy una persona con la que alguien quisiera vivir. Su respuesta, predeciblemente, fue “Ay, cálmate. Nunca digas nunca. Como dice mi madre, siempre hay un roto para un descocido”.
Para empezar, jamás dije “nunca”. Dije “en este momento de mi vida”. Porque sé que estoy sujeto a una fluctuación cuántica, pero comprendo las ecuaciones y puedo calcular la probabilidad de que suceda y tendría que pasar más tiempo que toda la existencia actual del universo para que ocurra.
Segundo, ni estoy roto, ni estoy descocido. No estoy esperando a que ocurra una fluctuación cuántica y alguien quiera estar conmigo. Es algo que pensé y concluí que ya no quiero estar con alguien, así que no me interesa participar activamente en el ritual de conocer personas nuevas con intensiones románticas (entendiendo, claro, que no tuve opción; mi decisión de estar solo no es más que el resultado determinado por estados previos del universo, por ejemplo, que nadie quiere estar conmigo). Y, por otro lado, tengo la certeza que de las mujeres que conozco, ninguna querrá estar conmigo (nuevamente, una fluctuación cuántica en alguna de ellas es sumamente improbable).
Después de decirle todo eso, sólo me dijo “Cálmate, fluctuación cuántica. Le quitas todo lo romántico, ya eres un robot”.
Para mí es todo lo contrario, encuentro formas más reales de expresar mis emociones y todas las cosas que siento. Para mí eso lo hace aun más romántico porque puedo utilizar múltiples perspectivas y dimensiones para expresar mi amor. En fin, ya pude referenciar a la primera persona a mi publicación de hace dos semanas.
Con el paso de las horas me di cuenta de la sensación atorada que tenía en mi pecho: ansiedad. Ahora reconozco la sensación fisiológica y puedo aplicar tácticas para transformarla. Aplique Power Tens y logré hallar el origen del factor estresante. Por alguna razón (determinismo), en mi subconsciente se inseminó la pregunta ¿qué harás el día que te enteres que es ella quien se va a vivir con su novio?
Curiosamente, una compañera del trabajo me escribió un poco después para agradecerme por recomendarle los ejercicios de respiración, que ella había decidido empezar el protocolo también y que en dos semanas ya se empezaba a sentir mejor. Justo le comenté como me sentía y como había utilizado las técnicas para identificar el origen del problema y poder dejarlo atrás rápidamente. Sé que hace un par de meses esa pregunta me habría consumido por días enteros.
Sigo siendo humano, en días como hoy, en momentos de ansiedad como ese… aun llego a desear que alguien estuviera, que alguien me abrazara con amor… por esos instantes siento el deseo de sentirme aceptado, elegido… amado… Pero lo cierto es que nadie eligió estarlo y yo ahora he elegido que nadie esté, así que me abrazo yo, aunque sólo sea a través de mi respiración, aunque sólo sea con la huella del recuerdo fisiológico de un abrazo así.
Ya por la noche preferí hacerme una pregunta más interesante, ¿qué tan lejos viajarías para encontrarte de nuevo? ¿Qué tan lejos viajé para hacerlo? ¿Qué tal lejos he viajado… no sólo para encontrarme, sino para reinventarme? Sí… ese es un uso mucho más enriquecedor de mi tiempo y mi ¡Megamente!
Día 311. 10 de julio de 2021
Hoy me dormí hasta después de la media noche y decidí levantarme hasta las siete. Bastante tarde para mis estándares, pero creo que era importante tomar el descanso extra porque hoy comienzan los drills.
Hoy tuve una plática que ocurrió, más o menos, así:
Alguien: “Pinche gente.”
Yo: “¿Ahora qué te hicieron?”
Alguien: “Pues a ti. Siempre te tratan mal.”
Yo: “Pues no tenía otra opción.”
Alguien: “Claro que sí la tenía. Lo que no tienen es responsabilidad emocional.”
Yo: “Si no la conocen, ¿realmente tienen la opción de elegirla?”
Alguien: “Todos la conocemos. Sólo se hacen weyes.”
Yo: “Ese es tu supuesto.”
Alguien: “Deja de defenderlas.”
Yo: “No las defiendo. Yo, por el contrario, prefiero asumir que las personas no son tan inteligentes, la evidencia lo sugiere. Eso me permite establecer expectativas reales y de esa forma mitigo el impacto de la decepción cuando esas expectativas no se cumplen. Así soy yo quien decide que sentir y no les cedo el control de mis emociones. No es que me enoje o me sienta triste por la forma en que me tratan. Simplemente me siento decepcionado y, a veces, hasta las compadezco.”
Alguien: “Wey, ¿por qué no eres normal?”
Justamente esta semana decidí recabar evidencia sobre las cuarenta toneladas de Portulaca oleracea que le valgo a la gente. Inicié conversaciones con personas que tenía tiempo que no hablábamos… las conversaciones, en promedio, se compusieron de cinco mensajes intercambiados, en todos los casos yo fui el último en enviar un mensaje.
A veces me reclaman que ya no hago preguntas, pero cuando las hago… ¡ya no me las contestan! Todo esto me llevó a hacerme una pregunta, ¿quién eres si no recuerdas quien eres? Con frecuencia menciono que no quiero ser recordado, que lo mejor sería que las personas realmente se olvidaran de mí, pero finalmente estoy empezando a considerar ser yo quien se olvide de quién soy. No me refiero a esperar una fluctuación cuántica que me haga olvidar, porque eso es muy improbable (no tengo tanta suerte), sino activamente alterando mi corteza cerebral. Este es un plan tipo “último recurso”, pero es importante considerar todas las posibles alternativas.
Día 312. 11 de julio de 2021
Sólo quisiera tener la suerte de olvidar…
Día 313. 12 de julio de 2021
Hoy tuve una noche muy breve. Dormí después de la media noche. Todo porque mi mente no dejaba de pensar en que, tal vez, sólo tal vez, una fluctuación cuántica ocurriría, la cual le recordaría ese momento a las dos mil trescientas treinta y tres horas, de aquel once de julio. ¿Pero cómo recordarlo cuando ya estás en los brazos de alguien más? Que bueno que ella ya tuvo la suerte de olvidarlo. Quizá yo deba empezar por borrarlo del calendario…
Tuve un sueño muy extraño. Estaba en un departamento, pero todo estaba muy desordenado y recuerdo que había otras imágenes en un elevador. Recuerdo como una especie de laboratorio. No lo sé, dormí menos de cuatro horas y tengo el corazón destrozado. Toda esa ansiedad de ayer se ha acumulado.
Creo que no pude haber elegido mejor momento para iniciar el entrenamiento de biorretroalimentación. Hoy comencé la semana siete: Cultivating Resonance Under Fire!
En esta semana es Game Day, es para lo que he entrenado… enfrentar mis factores estresantes “In vivo”. Quizá no debí haber quemado y destruido todas nuestras fotografías… aunque quizá sea mejor pedirle una foto a ella con él… Nuts! Sé que será una semana dura… con suerte lograré no hundirme en la tristeza y aprender a combatir estas emociones que ya sólo me consumen, que me duelen… que no me permiten olvidar…
Hoy surgieron un par de conversaciones un tanto peculiares. En una, mi interlocutor, con un profundo dejo de molestia y desesperación, terminó diciéndome que mejor me consiguiera amigos más inteligentes. Pero la inteligencia no es el problema. Evidentemente, me gusta conocer gente mucho más inteligente que yo, que pueda explicarme cosas que yo sufro para comprender. Pero creo que el mayor problema es la completa ausencia de curiosidad e imaginación de muchos adultos y, lo que resulta peor, la enorme y aparente complacencia de no hacer algo al respecto.
Por ejemplo, mi sobrina va a cumplir cuatro años en un par de meses y hace unas semanas me pidió un taco de queso pegajoso. Me tomó varios segundos comprender que quería una quesadilla. Ella usó su curiosidad para hacer experimentos con sustancias viscosas como miel o cajeta; usó su imaginación, con base a sus experiencias previas, y llegó a conclusiones acertadas. No necesito hablarle de viscosidad ni de quesadillas, una palabra que tal vez aun le cuesta pronunciar. Pero un taco de queso pegajoso cumple con los requerimientos. Definitivamente puedo tener conversaciones más interesantes con mi sobrina que con muchos adultos. Al menos, ella puede explicarme con claridad cómo llegó a la conclusión de un taco de queso pegajoso. Como lo dijo el mismo Einstein alguna vez, “El verdadero signo de inteligencia no es el conocimiento, sino la imaginación”.
La otra conversación giró en torno a una diferencia de opiniones con respecto a la amistad y una relación de pareja. Eso surgió después de que alguien leyera mi letanía de la semana cuarenta y tres. Su argumento fue “Es que cualquier mujer a la que le preguntes te dirá lo mismo, si un amigo te tira la onda, lo primero que piensas es que siempre quiso algo, pero sólo se hizo tu amigo para acercarse”.
Independientemente de lo absurda que encuentro la idea de que esté prohibido tener una relación sentimental con tu mejor amigo o amiga, creo que ese es el principal problema de la humanidad: hacer supuestos desproporcionados y tomarlos como verdad absoluta. Sí, reconozco que personas así existen en todo el espectro de géneros en los que quieran creer, pero esas personas que pretenden ser amigos son las que se van una vez que se dan cuenta de que no conseguirán lo que quieren, o son los que se van una vez que consiguen lo que quieren. Como yo le dije “Yo no me voy a tragar tres años de tu vida nada más porque desde que te conocí se me antojó darte unos besos”.
Sólo me dijo, “Es que tu eres raro, no eres como todos los demás y eso asusta”. No, no es que sea raro, “el problema es que yo no necesito llamar ‘mía’ a alguien para amarla como ningún hombre la ha amado antes y como, muy seguramente, ningún hombre jamás la llegará a amar. Y eso genera un corto circuito en sus mentes porque piensan que es raro, que eso no ocurre, que eso no debería ocurrir”, le dije.
En mi experiencia, puedo decir que jamás intentaría borrar de mi historia, ni mis recuerdos, el hecho de que alguna vez mi mejor amiga se convirtió en mi novia. Y, si aún me interesara tener una relación, definitivamente aspiraría a que ese alguien, antes de ser mi novia, primero fuera mi mejor amiga.
Al final, me contó que hace unos días el novio de su hermana le preguntó si Erik era su novio porque se habla mucho de él en esa casa. “Sí, suelo tener ese efecto, las familias me tienen buena estima, pero las mujeres no”, le dije. Y, está bien, yo sé que no soy el tipo del que una mujer se querría enamorar. Incluso le dije que, quizá, Franco Escamilla tenía razón.
En fin, en otras noticias, hoy terminé de leer el trigésimo segundo libro. Esta vez fueron cuatrocientas cincuenta páginas sobre la física del futuro. Un vistazo a cómo será la vida de los seres humanos a lo largo de este siglo. El libro fue escrito hace diez años, entonces es muy interesante ver el progreso de sus predicciones para el primer tercio del siglo. Donde creo que se quedó corto fue en la capacidad de la interfaz voz máquina; aun así, es sumamente emocionante lo que está por venir en los siguientes ochenta años… lástima que no estaré aquí para ver el momento más importante de la historia de la humanidad, aquel en el que finalmente alcancemos la clasificación como Civilización Tipo I.
Día 314. 13 de julio de 2021
Hoy nuevamente tuve una noche corta, me volví a quedar dormido hasta después de la media noche. Al menos, las preguntas que me mantuvieron despierto ya no son una estupidez como, ¿por qué se ha olvidado de mí? O ¿por qué no puede ser conmigo?, sino algo verdaderamente interesante y radical que puede significar el principio de mi investigación: ¿Qué sucedería si pudiera recordar el futuro? ¿Cómo sería y cómo me sentiría? ¿Cuáles serían sus implicaciones y consecuencias? Anoche estas preguntas inundaban mi mente y sentí un profundo deseo de compartirlas con ella, pero la última vez que compartí mis pensamientos nocturnos, la respuesta llegó casi veinticuatro horas después en la forma de un “No puedo terminar de comprender lo que dices”. Y esa vez fue algo mucho más simple.
Estábamos hablando de Cosmología y galaxias y estrellas y nuestros ancestros. De pronto, una cosa llevó a la otra y empezamos a hablar sobre el principio de incertidumbre y las características cuánticas de la materia. Fue en ese momento cuando me dijo que eso le costaba más comprenderlo porque no encontraba una conexión, de la misma forma en que conectaba con el Cosmos.
Mi pensamiento nocturno fue que tal vez no podía asociar los conceptos cuánticos con el Cosmos porque estaba viendo el universo como es ahora… inmenso (posiblemente infinito). Pero si consideramos al universo como era un instante después del Big Bang, eso es usando la escala Planck, entonces el universo en el tiempo Planck (10-44 segundos) era aún más pequeño que la longitud Planck (10-35 m). Por lo tanto, era más pequeño que un electrón y entonces el principio de incertidumbre de Heisenberg aplica al universo entero, dando lugar a lo que se conoce como el multiverso cuántico. Donde todos los universos existen simultáneamente pero no los percibimos porque nuestro universo ya es decoherente con los demás. Por eso, de acuerdo con nuestro entendimiento de la física cuántica, en este universo todo lo que puede suceder, realmente sucede. Y es la misma física cuántica la que permite que existan átomos y moléculas y, en consecuencia, el universo y la vida como los conocemos. Todos somos producto de la física cuántica. Por eso no soy raro… ¡Sólo soy cuántico!
Pero, bueno, si después de pasar horas explicando trece objetos Messier tampoco hubo comentario alguno (fue como hablarle a la pared), creo que era de esperarse que tampoco hubiera comentarios sobre el multiverso cuántico. Lo cual es triste, porque uno de mis recuerdos favoritos fue cuando hablábamos por teléfono una mañana mientras trabajábamos (ese hecho fue lindo por sí mismo), pero en algún momento le conté de un Déjà vu que tuve y me dijo, “Tal vez un Déjà vu es un recuerdo del futuro y por eso nos resulta tan confuso”, esa fue una perspectiva que no había considerado y me resultó bastante interesante. Nuevamente, sólo es cuestión de usar nuestra imaginación. Hoy agradezco ese comentario de ella, porque es el que ahora me permite imaginar a mí cómo podría utilizar el potencial avanzado para recordar el futuro… y eso es lo que anoche me quitó el sueño.
¿Qué pasaría si pudiera recordar el futuro? Hay varias formas de aproximar el escenario. Sí, todo es meramente especulativo, es mero producto de mi imaginación, pero no es tan distinto a imaginarse el “Y vivieron felices para siempre” con su príncipe azul… o Chica Maravilla… o cualquier otro personaje ficticio de su preferencia dentro del espectro del género.
La primera forma que se me ocurre es la más obvia y, quizá, con la que más familiar me sentiría: recordar el futuro de la misma forma que recuerdo el pasado (de hecho, experimentos han demostrado que las regiones que utilizamos para recordar algo, son las mismas regiones que se activan cuando estamos haciendo simulaciones sobre el futuro). Puede ser a través de imágenes mentales, aromas o cualquier otra forma de percepción sensorial de ese momento. Cuando recuerdo el pasado, no hay nada que pueda hacer al respecto, no lo puedo cambiar, no puedo interactuar con el recuerdo, sólo lo puedo “percibir” y eso no son más que impulsos electromagnéticos en mi cerebro.
Con un recuerdo del futuro, creo que sería algo similar. Simplemente una serie de impulsos electromagnéticos (¿potencial avanzado?) en mi cerebro que me permitirían “percibir” estímulos visuales, olfativos, táctiles, sonoros o gustativos de ese momento. Pero, al igual que con el pasado, no hay nada que pueda hacer al respecto, no puedo evitarlo, no puedo interactuar con el recuerdo. Este sería un caso de precognición, no así de retrocausalidad.
Quizá el potencial avanzado del electromagnetismo sería el responsable de producir estas estimulaciones electromagnéticas en mi cerebro. Quizá el cerebro humano no tiene las “antenas” correctas para interpretar este potencial y por eso sólo percibimos el potencial retardado. ¿Sería posible desarrollar un chip, e incrustarlo en mi cerebro, que me permita interpretar el potencial avanzado?
Probablemente, no. Actualmente el potencial avanzado sólo es una solución a las ecuaciones de Maxwell que tiene lugar en el cono de luz del futuro del espacio-tiempo, pero no tiene una interpretación física. Algunos científicos han investigado la posible existencia de una quinta fuerza fundamental del universo, pero no ha habido resultados que sugieran su existencia (aunque hace unos meses publicaron los resultados del experimento Muon g-2 y eso puede encender una luz en ese ámbito).
Así que, por ahora, las leyes de la física no lo prohíben, pero tampoco nos proporcionan un significado de la existencia del potencial avanzado. De cualquier forma, a mí me parecería muy interesante poder recordar el futuro. Sin importar si es un recuerdo “bueno” o “malo”, creo que me gustaría. Porque sería una aventura descubrir que cosas van a ocurrir para llevarme a ese momento y también descubrir lo que ocurrirá después. Lo cual, a diferencia de recordar el pasado, encuentro bastante emocionante.
Por ejemplo, mi recuerdo, del último beso que me dieron, es bastante triste. Para empezar, tiene casi un año de la última vez que besé a alguien (lo cual por si sólo es deprimente) y, encima de eso, es algo sumamente triste que no puedo cambiar. Además, todo lo que siguió también, eventualmente, se convirtió en un recuerdo triste, y tampoco lo puedo cambiar. En cambio, si ese mismo recuerdo apareciera en mi ahora, sabiendo que es algo que va a pasar. Sí, seguiría siendo triste, pero me agradaría descubrir la serie de eventos que nos llevarán a ese momento y, quizá, sólo quizá, podría disfrutar aún más ese camino, sabiendo que será el recorrido hacia nuestro último beso (y del último abrazo, mejor ni hablemos ya).
En fin, suponiendo que algún día las leyes de la física nos permiten interpretar el potencial avanzado y éste cuenta con un significado físico… ¿cómo podría interactuar con él? Lo primero que se me ocurre es con la fotografía, al final, como su nombre lo dice… es dibujar con luz y el potencial avanzado es luz. ¿Sería posible tomar una foto del futuro? ¿veinticuatro horas adelante? ¿una semana? ¿un año? ¿un siglo? Este no sería un recuerdo, no se estaría manifestando en mi cerebro, pero sería una ventana al futuro. Nuevamente, no hay forma de interactuar con la imagen y no hay forma de cambiar lo que hay en esa imagen. ¿Qué clase de fotografías tomaría? Me emociona imaginar en las posibilidades, aunque esto abre la puerta a algo que hace semanas mencionaba… Si es posible capturar imágenes del futuro, ¿dónde queda el libre albedrío? Quizá esta sería la mayor evidencia de que no existe. ¡Determinismo puro!
Quizá la pregunta más obvia que viene a la mente es, ¿por qué pensar en esas cosas? ¿por qué perder el tiempo pensando en algo que, hoy, no es posible?
Bueno, creo que todos nos hacemos preguntas de ese tipo, sólo hay quienes se preguntan si tenemos un alma, o qué pasa después de que morimos o… quién soy y qué es lo que quiero. Pienso que, en el fondo, a todos nos gustaría saber “la respuesta a la última pregunta de la vida, el universo y todo” … aunque todos sabes que es cuarenta y dos. Pero, justamente, como Deep Thought nos enseñó, de nada sirve saber la respuesta si no conocemos la pregunta. Por eso para mí es más importante seguir siendo capaz de formular preguntas. O como el biólogo Victoriano Thomas Huxley dijo alguna vez, “La pregunta de todas las preguntas para la humanidad, el problema que se encuentra detrás de todos los demás y es más interesante que cualquiera de ellos, es ese de determinar el lugar del ser humano en la naturaleza y su relación con el Cosmos”.
En estos últimos años he aprendido, lentamente, una gran lección: Para desentrañar los mayores secretos del universo, no se necesitan habilidades telepáticas ni súper poderes. Sólo se debe tener una mente abierta, decidida y curiosa. No sólo para comprender el universo, sino también para comprenderme como individuo y miembro de una sociedad; es necesario sumergirse en la física avanzada. Para comprender el punto preciso en el que lo posible se convierte en imposible, es necesario apreciar y comprender las leyes de la física.
Día 315. 14 de julio de 2021
Otra noche extraña, tuve sueños raros y terminé despertando a las cero ciento treinta y ocho horas. Me tomó más de media hora dormir otra vez. En ese lapso mi mente me llevó a unas preguntas que con frecuencia aparecen, pero no siempre las estudio a detalle y justo en este momento lo he estado haciendo. Tienen que ver con el cerebro y la consciencia. Todo viene a partir de la incógnita de por qué soñamos. Pero antes de entrar en ese punto, creo que es importante comprender otros aspectos de la fisiología del cerebro y las implicaciones que tiene.
Aunque investigaciones recientes han detallado a mayor grado cómo está conformado el cerebro, a grandes rasgos, aún podemos referirnos a tres partes fundamentales.
El complejo R o cerebro reptiliano, como su nombre lo dice, es el que heredamos de los reptiles. Es el más primitivo, su origen puede ser rastreado hasta hace más de quinientos mil años. Gobierna nuestras funciones animales más básicas como el balance, respirar, digerir, el latir del corazón y la presión sanguínea. También controla comportamientos como pelear, cazar, aparearse y la territorialidad; las cuales son necesarias para la supervivencia y reproducción. Pero evolucionamos de los reptiles hacia los mamíferos y el cerebro se volvió más complejo, desarrollando una sección completamente nueva llamada Sistema Límbico. Esta es la parte del cerebro que heredamos de los mamíferos y se encarga de controlar las emociones como empatía, tristeza, miedo, sorpresa y comportamientos sociales que nos permiten convivir en grupos; reconocer amigos, enemigos y competidores, por ejemplo. Finalmente, de los primates heredamos el neocórtex o Corteza Cerebral. En este punto nuestro cerebro se ha vuelto tan complejo que hay secciones específicas para el lenguaje y, sobre todo, para el pensamiento racional, el cual es procesado, en gran parte, en el lóbulo frontal de nuestro cerebro.
Ahora, nuestro cerebro hace muchas cosas por nosotros sin darnos cuenta, pero a veces esa “iniciativa” que tiene el cerebro por completar información, puede jugar en nuestra contra. Por ejemplo, cuando vemos un paisaje, parece bastante fluido. En realidad, hay un horrible hoyo faltante en nuestro campo de visión, el cual corresponde a la ubicación del nervio óptico en la retina. Deberíamos ver este gran punto negro a donde quiera que miremos. Pero nuestro cerebro llena ese hueco promediando lo que ve alrededor. Eso significa que parte de nuestra visión es mentira, simplemente es generada por nuestra mente subconsciente para engañarnos.
Otro ejemplo, nuestros ojos nos engañan a creer que podemos ver profundidad. La retina en nuestros ojos es bidimensional, pero como tenemos dos ojos separados por unos cuantos centímetros, el cerebro izquierdo y el cerebro derecho mezclan las dos imágenes, dándonos la falsa sensación de una tercera dimensión. Para los objetos más distantes, podemos juzgar que tan lejos están observando cómo se mueven cuando movemos la cabeza. A eso se le conoce como paralaje.
Esa es la razón por la que padecemos de la ilusión de la Luna en el horizonte. Cuando la Luna va saliendo, comúnmente nuestro cerebro nos engaña haciéndonos creer que es gigantesca, pero cuando está más hacia el zenit, es un simple punto brillante. El cerebro utiliza la estereopsis para calcular que tan lejos están los objetos y usa como referencia lo que tiene a su alrededor. En el horizonte suele haber edificios o árboles, así que el cerebro compensa con relación a eso y nos hace ver una Luna gigantesca, cuando realmente es diminuta.
Con su tamaño, nada tiene que ver la atmósfera, eso sólo afecta su color aparente. Una forma de romper la ilusión es mirar la Luna de cabeza. Puedes darle la espalda a la Luna, doblarte hacia enfrente y mirarla a través de tus piernas. O, más fácil, verla a través de un popote. No sólo la Luna entera cabe en la circunferencia del popote, seguro podrían caber dos Lunas llenas en su diámetro. La Luna está absurdamente lejos. Tan lejos que podrían colocarse los otros siente planetas del sistema solar entre la Tierra y la Luna… Entonces, ¿realmente que tan real es la realidad?
Otro aspecto que encuentro muy interesante, en el cerebro, es la cierta independencia que tienen los hemisferios. El izquierdo suele ser el dominante, en parte porque es donde reside el lenguaje. Pero hay experimentos que han hecho con personas que tienen daño en el Cuerpo Calloso, el puente que comunica a ambos hemisferios. A una persona le preguntaron que iba a hacer de grande y respondió “contador”, pero a su mano izquierda, la cual es controlada por el hemisferio derecho, le dieron un Scrable y escribió las palabras Car Racer. En otro caso, a un paciente le mostraron dos imágenes distintas, al hemisferio izquierdo le mostraron un auto y al hemisferio derecho un plátano. Después le pidieron que, usando su mano izquierda, dibujara lo que vio. La mano dibujó un plátano. Cuando le preguntaron por qué había dibujado eso, respondió que era más fácil dibujar eso con la mano izquierda. Al parecer, el hemisferio izquierdo intenta justificar todo, aunque nada le haga sentido. Eso me lleva a la pregunta, ¿será que hay atrapada en mí una personalidad diferente en mi hemisferio derecho que es incapaz de comunicarse? Y si hay dos consciencias, una en cada hemisferio, ¿dónde queda el libre albedrío? ¿Quién está en control realmente?
Hagamos, entonces, la pregunta complicada… ¿Qué es la consciencia?
Típicamente esa es una pregunta que la ha intentado responder la psicología o la filosofía. Pero seamos honestos, los verdaderos avances se han dado en las ciencias de la biología y la neurología. Así que, tomando una perspectiva científica, específicamente desde la física (la madre de todas las ciencias), la mejor definición de consciencia que he encontrado es la Teoría Espaciotemporal de la Consciencia de Michio Kaku.
“La conciencia es el proceso de crear un modelo del mundo usando múltiples canales de retroalimentación en varios parámetros (por ejemplo, temperatura, espacio, tiempo, y con relación a otros), para lograr una meta (por ejemplo, aparearse, comer o buscar refugio).”
Lo interesante de esta teoría es que enfatiza la idea de que los animales crean un modelo del mundo, principalmente con relación al espacio y con otros animales, mientras que el ser humano va más allá y crear un modelo del mundo con relación al tiempo, en ambos sentidos, hacia el futuro y hacia el pasado.
En ese sentido, propone cuatro niveles de consciencia:
Nivel 0: Un organismo estacionario o con movilidad limitada que crea un modelo de su entorno usando canales de retroalimentación en unos pocos parámetros. Por ejemplo, el nivel más simple de consciencia es la de un termostato, pero en este nivel también encontramos a las flores.
Nivel 1: Organismos que son móviles y tienen un sistema nervioso central con un conjunto de parámetros para medir sus cambios de ubicación. Por ejemplo, los reptiles.
Nivel 2: Organismos que crean un modelo de su entorno, no sólo en el espacio, sino también con respecto a otros. Por ejemplo, animales sociales con emociones.
Nivel 3: Organismos que comprenden el concepto de “mañana”. Sólo el ser humano es capaz de crear un modelo del mundo con relación al espacio, con relación a otros miembros de su especie y otras especies, y es capaz de crear simulaciones de ese modelo hacia el futuro, tomando en cuenta la experiencia del pasado.
Por eso cuando alguien dice que un pájaro está triste porque no abren sus huevos, no sabe de lo que está hablando. No tiene sentido. Todas las aves descienden de los reptiles, no tienen sistema límbico. Sólo siguen sus instintos de supervivencia y reproducción.
Cuando alguien me dice que un perro es lo único que me va a amar más que a sí mismo, entonces que debería tener un perro… Sí, el perro es un mamífero; siente. Pero el perro ni si quiera tiene idea de que yo no soy un perro. De igual forma, sólo sigue su instinto de supervivencia y de animal social. Justamente, usando su modelo con relación a otros miembros de la manada (la mayoría de los perros ve al humano como el líder de la manada). Y, en todo caso, me resulta más importante aprender del perro y, entonces, aprender a amar a los demás mucho más de lo que pueda amarme a mí mismo.
Eso no significa que menosprecie a otras especias, al contrario. Puedo apreciarlas aún más. Puedo tratar a un perro como un perro, a un gato como un gato, a un pez como un pez, a una rata como una rata y a una lechuga como una lechuga. No necesito conferirles cualidades humanas para que sean dignos de mi respeto y admiración. Al contrario, creo que hacerlo, humanizar a otras especies, es una forma de restarles importancia porque es como decir que, si no tienen esas cualidades “humanas”, entonces no son dignos de nuestra atención, respeto y aprecio. Pero, bueno, ese es otro tema.
Al final, la consciencia es lo que nos permite simular hacia el futuro, tomando en cuenta el pasado, el modelo que hemos hecho del mundo con relación al espacio y a los demás miembros de nuestra especie y otras especies… Entonces, ¿qué pasa cuando dormimos? ¿A dónde se va esa consciencia? ¿Por qué soñamos?
No cabe duda de que si nuestro cerebro fuera lo suficientemente simple para ser comprendido; nosotros no seríamos lo suficientemente inteligentes para comprenderlo.