Sabía que habría semanas como esta; llenas de mil cosas y con poco tiempo para compartir los detalles de lo sucedido, pero más vale tarde que nunca. De cualquier forma, no tengo evidencia de que realmente alguien esté al pendiente de esto, así que no importa cuándo lo publique, sino el hecho de que finalmente lo haga. Aquí la historia de las imágenes que cierran el mes de septiembre.
Día 22. 24 de septiembre de 2020
Hace casi dos años que renuncié al color. Al principio todo comenzó como un experimento social, aunque lo cierto es que jamás he destacado por mi “estilo”. Desde niño he sido el tipo que, si me queda una playera, compro cinco iguales. Mis dimensiones siempre han sido una condicionante.
El punto es que en ese momento decidí dejar de utilizar ropa de color y comencé a hacer una transición al negro. Primero fueron un par de días a la semana, después fui incrementando poco a poco. No fue mala idea, pues fui progresivamente moviéndome hacia el negro justo antes del invierto. Vestir de negro es la forma más eficiente de retener calor, no hace falta vestir con muchas capas; basta con vestir inteligente.
Hace mucho tiempo que dejé de utilizar un reloj, me resulta incómodo y poco funcional, pero sé que es un accesorio importante en ciertos… momentos. Así que sólo tenía un hermoso reloj plateado (aún lo tengo). Pero no me agradó el contraste con mi camisa negra. Decidido a resolver el problema, me puse a buscar un reloj negro que me gustara. No soy exigente, es para usarlo una vez al año… o menos.
Este reloj me encontró merodeando y fue el mejor regalo que pude darme. Sólo lo he suado tres veces y las tres veces fui acompañado por la misma persona. Hoy él custodia el tiempo en mi Fortaleza de la Soledad y porta la hora más importante.
Día 23. 25 de septiembre de 2020
Este es el último dragón y decidí que así fuera porque es un hermoso símbolo: El Dragón y el Fénix. La representación de la unión de mi mente y mi corazón.
No es difícil adivinar dónde se encuentra este símbolo. La historia de cómo se manifestaron en mí estas hermosas bestias, la conté años atrás. Poco tiempo después me encontré con este sencillo elemento y decidí adquirirlo. Jamás se me habría ocurrido buscarlo.
De vez en cuando me gusta sostenerlo en mis manos y recordar el significado que tiene para mí. La importancia de encontrar el balance, de hacerlos trabajar juntos por un bien mayor.
Esta serie de dragones ha sido una linda forma de recordar muchas cosas importantes que hoy me dan la fuerza para enfrentar las consecuencias con entereza. Es momento de dejar de hacer lo que quiero y comenzar a hacer lo que debo… porque eso es lo correcto. Podré haber renunciado a la esperanza, pero moriré con honor.
Día 24. 26 de septiembre de 2020
Hace unos días tenía una charla con alguien donde salió el tema y yo mencioné que ya me lo habían dicho un par de veces. La primera vez fue quizá hace unos tres meses y la otra tiene menos, quizá un mes. En el primer caso me enviaron una imagen con el mensaje “Eres tú”. En el segundo caso me dijeron “Eres mi Baymax”.
Curiosamente, a penas vi esa película por primera vez en abril de este año. Es una película divertida que me gustó mucho. Baymax es uno de mis personajes favoritos. Pero es momento de poner las cosas en claro: Yo no soy Baymax.
En las tres conversaciones me dijeron algo similar, que yo me parezco a él por mi enorme instinto protector (entre otras cosas). Lo que esas personas no se detuvieron a pensar es que Baymax no tenía elección. Es un robot y su programación le indica que su principal directiva es garantizar la salud de su “paciente”. Baymax no tiene un sentido de sacrificio, él simplemente está haciendo lo que se le instruyó hacer.
En mi caso, nadie me ha dicho qué hacer, yo no tengo una serie de instrucciones a seguir. A sido mi decisión hacer los sacrificios necesarios para salvaguardar la integridad física y emocional de esas personas, con al única intención de poder darles una oportunidad para que puedan crearle sentido y propósito a sus vidas.
Yo tampoco soy un héroe. Sólo soy un tipo que suele contestar el teléfono, justo como lo hice esta noche.
Día 25. 27 de septiembre de 2020
Ha sido un fin de semana diferente, de mucho descubrimiento. De algún modo he adquirido un mayor entendimiento de la situación, del contexto. Y eso me ha permitido comenzar a cambiar mi estado mental.
Me resulta sorprendente la capacidad que tengo justamente para dejar atrás mis anhelos egoístas y centrarme en lo que realmente importa: salvaguardar la integridad física y emocional de la persona amada.
La foto de hoy refleja ese sentir, porque se estado mental me lleva a desempolvar mi tintero y me inspira a crear esos instantes que viajan a través del espacio tiempo…
Siempre estaré contigo.
Día 26. 28 de septiembre de 2020
Hoy ha sido un día mágico. Tome la irreverente decisión de ser imprudente y en el camino encantar. Ya no me basta con “al menos no quitar una sonrisa”. Quiero estar y hacer todo lo que esté a mi alcance y dentro de mi entendimiento para regalar una oportunidad para sonreír.
Al final del día me dijeron que hago magia. Pero si algo aprendí de mi MasterClass de magia con Penn & Teller, es que la magia no se puede hacer solo. Y es muy cierto, por más que practico solo en casa, la magia no ocurre hasta que hay un espectador que se permite ser sorprendido.
No sé que nos depare el mañana, sólo se que por hoy… juntos hemos hecho un día mágico… Juntos.
Día 27. 29 de septiembre de 2020
Hablemos del color o, en este caso, de la carencia de éste. La razón por la que hice esta foto tan simple es porque hoy planché mi ropa y me quedé pensando en el momento en que decidí vestir todos los días de negro.
No, no es ninguna forma de expresión y tampoco tiene que ver con mi estado de ánimo. Simplemente fue un accidente feliz con la analogía del agujero negro que soy.
Lo cierto es que el negro siempre ha sido un color que me ha gustado. Jamás me ha importado el cómo visto, de niño me acostumbré a usar lo que me quedaba, no lo que me gustaba. Cuando me fue posible elegir; mis elecciones tenían mucha influencia de la psicología del color y la mayor parte del tiempo vestía con alguna gama de azul (incluso manejo un auto azul por esa misma razón), y sólo en ocasiones estratégicas utilizaba algún otro color. Más de forma táctica que por gusto.
Fue en un octubre, hace casi dos años, que una plática en la que criticaban duramente a una persona por, aparentemente, usar siempre la misma ropa; que decidí a vestir siempre igual. Eso significaba comprar ropa y ya comenzaba a sentirse frío; entonces el científico loco que vive en mi mente sugirió que el negro es la forma más inteligente de vestir en la época invernal porque absorbe cerca del 75% de la luz que recibe, especialmente la luz infrarroja que es la que percibimos como calor.
Compré M cantidad de playeras iguales y N cantidad de pantalones iguales, todo de color negro. Al principio comencé dos días a la semana, después fueron tres, luego cinco y finalmente siete. Hoy todos los días visto de negro por simple comodidad (menos en verano… en verano es un infierno). Eventualmente verifiqué con esas personas si habían notado que yo vestía todos los días igual y su respuesta fue negativa. Un experimento extraño, pero que me dio cierta información valiosa. A la par mi cabello creció drásticamente, quizá eso las distrajo.
Día 28. 30 de septiembre de 2020
Hoy terminé de leer el segundo libro del año. Es una bella y conmovedora historia sobre el descubrimiento del bosón de Higgs. Hoy quienes se conmueven con historias de amor, con historias de superación… yo también me conmuevo con historias de éxito científico, simplemente me gusta ampliar el abanico con el que puedo experimentar diferentes emociones. El libro cuenta todos los sucesos históricos que poco a poco nos fueron llevando hacia la predicción de la existencia de esa nueva partícula fundamental; así como la importancia de perseguir las preguntas más difíciles.
De entre las varias lecciones que me deja; destaco dos. Primero, que las hipótesis que hago, debo someterlas a experimentos. Sólo pensar en algo jamás nos ha llevado demasiado lejos. Son los datos adquiridos a través de la experimentación los que nos permiten determinar si una teoría nos otorga mayor entendimiento y predictibilidad del mundo natural que percibimos o no. El proceso puede tomar décadas o más. Los experimentos siempre tienen la última palabra. No importa que tan hermosa sea mi idea o que tan coherente suene, si los hechos contradicen mi teoría, entonces está mal. Y hoy puedo ver los hechos como son. La información contradice mi idea. Es momento de replantearla.
La segunda gran lección es: perseverancia. Se requiere perseverancia para mantenerse frente a los problemas más difíciles. Hoy mi teoría se ve cuestionada y la evidencia la contradice. Pero si me mantengo con la mente abierta y sigo la evidencia, quizá tenga la oportunidad de acercarme un poco más a la verdad.
Hoy realizo el experimento más duro al que someto mi teoría: renunciar a ella. Ese temor que me inundó por tanto tiempo hoy ya no existe. Esa decisión que pensé que me llevaría mucho más lejos de mi sueño, aparentemente, está teniendo el efecto contrario. Hoy siento que me he acercado un poco más a esa posibilidad. Sólo el tiempo y la acumulación de evidencia tendrán la última palabra… por ahora, sólo me queda seguir observando… seguir experimentado.
P.S.: I love you