Grandes cosas he aprendido de este último viaje… uno que no estaba programado, pero extrañas formas, tiene la vida, de manifestarse. Cuando menos lo espero, cuando menos lo quiero; las cosas suceden. A penas un par de semanas atrás llegaba el correo que desataba el caos absoluto en mi ser. Inicialmente respondí sin mucho interés, pero a la vuelta recibí la llave que abriría la caja de Pandora. Pasaron varios días antes de atreverme a entrar. Con absoluto desinterés procedí, actué y terminé. Sorprendiéndome de mi rendimiento, simplemente esperé.

Otros cuantos días pasaron antes de recibir el llamado. Honestamente, no lo esperaba, no lo quería. Pero estaba ahí, frente a mí, la oportunidad de redimirme. Yo sabía que no era momento de hacerlo, no estaba listo, jamás lo estoy. Acepté la invitación y durante las siguientes dos semanas, más de una vez, estuve a punto de claudicar. Simplemente… no subirme al avión parecía la opción más adecuada. Sin embargo, algo extraño en mi interior me empujaba. Durante todos esos días, lejos de ocuparme; preferí distraer mi mente. Me senté a ver películas, jugar videojuegos, leer libros. Y mientras estudiaba algunas publicaciones de Albert Einstein; una cosa llevo a la otra. Una de sus célebres frases se travesó entre mi investigación: You only fail if you stop trying”. Bang! Eso fue suficiente para cambiar mi mentalidad. Demasiado tarde, definitivamente, y aún así… algo en mí se había encendido.

Oculté el viaje de toda persona posible. Sólo unos cuantos se enteraron porque era necesario comunicarlo para poder tomar los días. Nadie supo el motivo del viaje, nadie salvo una persona. No, no iba a tomar fotografías, pero siempre llevo conmigo unas cuantas cámaras. Viajar en ventanilla es una verdadera tortura para mí, pero la puedo tolerar. Me agrada mirar con curiosidad por la ventana, incluso cuando el cielo está tan nublado que a penas es perceptible el ala del avión. También tiene su encanto ese momento en el que la turbulencia sacude toda la aeronave y mis vísceras inician la secuencia de seguridad. Entre las múltiples fotografías que tomé desde la ventana de todos los aviones que tuve que tomar; elegí la primera imagen de esta serie. Justo antes de llegar a mi destino final; la montaña se levanta imponente en el cielo. Los paisajes nevados siempre tienen su encanto. Los contrastes de luz y sombra; las formas; las texturas; la nieve… Cuanto extraño la nieve.

Después de aterrizar y emprender el largo camino al hotel; hubo suficiente tiempo para salir. Pero conozco tan bien la ciudad que esta vez no decido ir a los mejores lugares para capturar fotografías… simplemente decido estar conmigo. Así que camino a la bahía y mientras me acerco; el atardecer se acerca. Me detengo un momento a capturar esa fotografía panorámica que me cuenta todo lo que necesito saber. El Sol se oculta tras las montañas, el viento sopla y agita el agua. Sí, me encanta esta playa. Los tonos son tan cálidos, tan bellos. La temperatura es a penas de 3° C; con el viento, la sensación es de a penas 1° C. Sin duda alguna, mi playa perfecta. Siempre lo fue, siempre lo será. Con el sol tras las montañas, el espectáculo de colores comienza. La montaña ya no es blanca… ahora tiene esos encantadores colores rosados, esos que tanto me hablan de ella. Capturo la última fotografía de la bahía con esa mezcla de azul y dorado tan intensos, tan mágicos. Sé que pronto las nubes se transformarán en un magnífico abanico de colores, así que decido guardar las cámaras. Me siento a disfrutar el espectáculo. Mi rostro se congela, pero ahí me quedo. Disfrutando de ese instante que es sólo para mí.

Bajo del muelle y tomo el camino largo de vuelta al hotel. Subo y bajo calles, como si buscara algo, pero si un objetivo en particular. Siento hambre y decido pasar a cenar a un lugar pequeño, lleno de gente. Me siento en la barra, pido una cerveza y algo de comer. No puedo evitar escuchar pasajes de las pláticas a mi alrededor. “Como diría el tanatólogo Hurtadito; estoy rodeado de muertos, pero me siento solo”. Vuelvo al hotel; miro desde mi cuarto y ahí está, en esa brecha entre los edificios. El icónico símbolo de la ciudad… encendido, brillante, llamativo. Lo contemplo con angustia, con nostalgia, con cierto hastío. Esa noche me negué a acercarme.

Y a la mañana siguiente, bueno, madrugada. El jet lag me arruina la noche. He despertado a las 0330 hrs. Mi mente divaga, así que me intento distraer en una cosa y otra. Las horas pasan hasta que es momento de prepararme. Jamás se está listo. Ansioso camino hasta el lugar de encuentro. La angustia dura hasta que todo comienza. Es este día en que el descubrimiento de algunas cosas; me inspira. No sé lo que sucederá; sólo sé que algo cambió en mí. Hay algo dentro de mí que se siente diferente. Este día sólo tomé fotografías con mi cámara análoga; eventualmente las revelaré, sólo necesito terminarme el rollo. No cabe duda de que la principal evolución como fotógrafo llega cuando tienes una película de 36 exposiciones y no te las terminas en un par de días. Simplemente porque sabes lo que quieres, sabes lo que te gusta. Disparas únicamente cuando encuentras eso que realmente te hace vibrar. Aun recuerdo mis viajes de un fin de semana en los que volvía como ochocientas o mil fotografías. De este viaje volví con cerca de 60 fotografías digitales; de las cuales seleccioné 18. Más las 20 o 22 exposiciones blanco y negro. Sí, es un hecho que mi viaje no fue como fotógrafo, aún así… siento que 18 fotografías son demasiadas.

El clima cambió radicalmente de un día para el otro. Ahora estaba nublado y desde temprano llovía. Cuando volví al hotel; tomé una llamada del trabajo, ese nunca para. Después de casi una hora de discutir en el teléfono; me cambié y decidí esperar un poco. Quizá la lluvia cesaría. No fue así, me quedé dormido antes de las 1900 hrs. Maldito jet lag. Desperté cerca de las 0300 hrs, sabiendo que no lograría conciliar el sueño nuevamente; decidí leer. Tratar de conectar los últimos eslabones en mi pensamiento. Cuando llegó la hora; me preparé para salir. Mi celular sonó con la alerta de nieve y la amenazante temperatura de 1° C.

Me dirigí al lobby del hotel y sin dudarlo; salí por la puerta principal. Sentir esa primera ventisca de aire frío es lo que me encanta. Porque a partir de ese momento; mi cuerpo hace lo suyo, sólo es cuestión de minutos para que mis manos estén calientes y el resto de mi cuerpo esté listo para la intemperie. Camino hasta el campo de batalla viendo como algunas gotas de lluvia; ya no son lluvia, realmente es hielo. La nevada ha comenzado, así que mientras espero a que el semáforo me de el paso como peatón; miro al cielo y abro la boca, saco mi lengua para tratar de atrapar algunos copos de nieve. El sonido del semáforo interrumpe mi momento de diversión, así que cruzo apresurado y sigo caminando hasta ese maravilloso lugar que para muchos es un paraíso tropical, pero que para mí es un infierno… hermoso, sí, pero infierno al fin.

Ya me están esperando, todos están listos, todos lucen preparados y yo… yo sigo intentando atrapar copos de nieve con la lengua. Si sabes que vas a morir, ¿vivirías tus últimos momentos angustiado o… te divertirías intentando atrapar copos de nieve con la lengua? Esa fue la gran diferencia esta vez. La angustia se fue y sólo dejé espacio para… el hedonismo. Por un instante volví a ser hedonista, aunque no estoy seguro si soy hedonista o, más bien, masoquista. Porque sabiendo lo que me esperaba; estaba dispuesto a disfrutarlo. El primer asalto siempre es el de estudio. Ningún peleador se vuelca sobre el otro, siempre tratas de descifrar lo que el oponente tiene. Irónicamente, mi némesis tiene muchas formas y esta vez me ha tocado enfrentar la que, con frecuencia, me noquea. Pero en esta ocasión es diferente, no sé si es mi despreocupada actitud, mi resignación o simplemente… esta vez el Dragón es más fuerte. Sí, es el primero de cuatro, pero creo salir bien librado. El segundo asalto llega, a penas con tiempo para descansar las piernas y tomar un poco de aire. Ahora es agresivo, bastante violento, pero me defiendo. Acierto tantos golpes como los recibo. Estoy agotado, pero me mantengo en pie, aunque los insistentes ataques del enemigo terminan por acorralarme en una esquina. La campana me salva… o me condena, aún no lo sé. El tercer asalto comienza instantes después. El Dragón está agotado, así que esta vez es el Fénix el que comienza el duelo. Todo fluye con emoción. El intercambio es mutuo, pero esta vez mis golpes son más acertados y esquivo más de lo que recibo. Llega el relevo del Dragón y ya con un poco de descanso, se defiende con agilidad y creatividad. Resuelve el acertijo que representa el enemigo, lo domina. Al parecer, alternarlos fue una buena estrategia, pero el cuarto asalto definirá el resultado… sospecho que será lo más complicado. Sí, lo veo entrar y de inmediato sé que estoy en problemas. Los primeros golpes sólo marcan la distancia, evita que me acerque lo suficiente, esquivo algunos de ellos. Yo lanzo algunos, conecto un par, pero me está haciendo que lo persiga, las piernas me arden, estoy agotado, el Dragón está exhausto… Es entonces cuando lo veo venir, pero nada puedo hacer… ese golpe me manda a las cuerdas, me aturde y simplemente siento una lluvia de dolor, un golpe tras otro. El Dragón está siendo masacrado… es ahí cuando todo cambia. Algo arde dentro de mí y no es el dolor de la golpiza que estoy recibiendo. Ese calor que sólo el Fénix es capaz de generar. No, esta vez no intenta relevar al Dragón… esta vez se manifiestan ambos dentro de mí. El Fénix protege al Dragón y con su energía lo levanta. El asalto está por terminar y aunque la batalla está perdida, estoy dispuesto a terminarla en pie… a luchar hasta el final. Por primera vez, Dragón y Fénix trabajan juntos, se acercan, se defienden, se unen… aprenden.

La batalla ha terminado, nuevamente he sido derrotado, pero… ¿realmente he fracasado? Con tantas derrotas consecutivas últimamente; uno podría creer que el fracaso es una adicción. Sin embargo, esta vez es el medio. Esta derrota me ha entregado la victoria más importante. Por primera vez, en casi un año, me siento completo. Incluso sonrío… con el rostro sangrado y los ojos hinchados, pero sonrío. Estoy adolorido, estoy agotado… física y emocionalmente, pero sonrío. Esta vez no hay nadie a quién pueda llamar para pedirle un abrazo. Esta vez estoy completamente solo… y aun así… sonrío. Vuelvo al hotel por mi propio pie. No sé si la gente me mira porque llevo el rostro desfigurado o porque debajo de todo eso… hay una tonta sonrisa. No me queda más que disfrutar el resto del día, así que tomo mis cámaras y salgo a buscar algo en particular. El clima mejora, deja de nevar e incluso se despeja un poco. Quiero un recuerdo de ese paradisiaco infierno, así que le tomo una fotografía, simplemente para recordarlo. Me tomo un momento para comprar unas postales en una tienda y escribo algunas líneas a ciertas personas. Paso por una oficina postal y las aviento… Quien sabe si lleguen, esa es la parte bella del servicio postal. Sigo mi camino por la ciudad, de pronto, una nube me sigue y comienza a… caer hielo. Diminutas bolitas de hielo. Pareciera mentira, pero la condenada nube me sigue.

Otra vez camino hacia la bahía, ahora unos cientos de metros más adelante. Más hacia la playa, donde comienza la arena. Me siento a ver el atardecer y a disfrutar esos últimos rayos de Sol… uno pensaría que son cálidos, pero no. La radiación no es suficiente para superar el factor de congelamiento del viento. Son algunos de los atardeceres más gélidos que he tenido la oportunidad de disfrutar. Es una mezcla rara, una sensación agradable. Las nubes me regalan un lienzo lleno de colores, luces y sombras que se combinan para hacer una fotografía diferente. Y, no, no estaba sucio mi objetivo; las manchas negras que se logran observar eran aves volando. El frío de las montañas nevadas contrasta con los colores cálidos del atardecer y no pierdo la oportunidad de capturar ese instante en el que el calor y el frío se acarician. Decido volver sobre mis pasos y, esta vez, no evito volver a ese lugar, así que ya estando allí; tomo esa fotografía que suelo capturar cada vez que me siento en la misma banca…

Viajo de vuelta al otro día temprano. La ciudad me regala un último momento mágico… me despide con nieve. El frío ya no me resulta tan frío… Sé que extrañaré ese lugar nuevamente, pero esta vez no hay lágrimas al partir… esta vez vuelvo con una gran lección y con una sonrisa. Es un largo, muy largo viaje de vuelta a casa… aterrizaré después del atardecer, pero en esos últimos momentos, logro capturar esa última fotografía. Esas cálidas nubes de algodón me dan la bienvenida. Creo que mi serie de alas seguirá creciendo… sin duda alguna, se han vuelto imágenes con grandes historias.

Este viaje ha sido un bálsamo a mis emociones y a mi mente. Si algo he aprendido en estos últimos meses es que la gente siempre se va. Sin importar cuánto digan que te aman o cuanto te amen realmente, cuando el estiércol está en curso de colisión con el ventilador; se van. Y no los culpo, es simple instinto de supervivencia. Lo podemos ver en otras partes del reino animal. Pero como suelen decir: en esta vida hay dos tipos de personas, las que huyen del peligro y las que corremos hacia él. Y, justamente, eso es lo que sucedió en este viaje. Corrí hacia el peligro, aún sabiendo que el riesgo de ser destruido era latente, pero estaba dispuesto a enfrentarlo porque eso es lo que soy, alguien que enfrenta los problemas que se manifiestan frente a él. No volví siendo alguien diferente, no. Soy el mismo tipo, sólo descubrí una nueva motivación. Sé que hay mucho trabajo que hacer en mi persona, la manifestación del Fénix y el Dragón ha sido un aditivo emocional, pero tiene un costo muy alto en mí, así que he comenzado a entrenarme física y emocionalmente para poder invocarlos tanto como sea necesario… quiero que esa fusión sea permanente y para eso me preparo. Hoy cuando me miro al espejo, veo mis rizos que sólo habían representado ocho meses de infundada y lastimosa esperanza. Hoy estoy listo para cortarlos porque por fin he entendido que de nada sirve dejarlos crecer, ya no hay lugar para la esperanza en mí… Aunque, probablemente, realice una serie de autorretratos antes, su rebeldía me resulta atractiva.

Reflexiono sobre mis decisiones y me doy cuenta de que mi roto y azul corazón está en donde debe estar y con quien debe estar. El hecho de que las personas se decidan alejar; no implica que yo deje de amarlas. Al contrario, las llevo conmigo, honro su recuerdo, su amor y atesoro el tiempo que quisieron estar. Hoy, después de tanto tiempo, nuevamente abrazo mi soledad. Vuelvo a la disciplina para encontrar el camino. Hoy mi agenda tiene tiempo dedicado para mis adicciones. La soledad tiene sus beneficios, hoy he dejado de preocuparme porque nadie quiere venir a visitarme. Hoy ya no me importa. Hoy escribo esto con esa taza de chocolate que jamás tomé porque esperaba compartirla. Hoy mi agenda libre me permite entrenar, seguir estudiando fotografía, he retomado mis clases de piano, estudio alemán y profundizo mis estudios de lenguaje corporal y astrofísica. Y, sin duda alguna, seguiré aprendido muchas otras cosas más, además de comenzar nuevos retos fotográficos y nuevos rompecabezas. No, no he cambiado… simplemente encontré la motivación suficiente para volver a tomar el juramento… I will forsake the life I had before, so I may perform my duty as long as I am needed.

P.S.: I love you

Washington, Estados Unidos. 5 de marzo de 2019, 14:32 hrs.
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Samsung Galaxy S8+ (Smartphone)
Seattle, Washington, Estados Unidos. 5 de marzo de 2019, 17:39 hrs.

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Seattle, Washington, Estados Unidos. 5 de marzo de 2019, 17:49 hrs.

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Seattle, Washington, Estados Unidos. 5 de marzo de 2019, 17:54 hrs.

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Nikon D850
Seattle, Washington, Estados Unidos. 5 de marzo de 2019, 17:56 hrs.

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Seattle, Washington, Estados Unidos. 5 de marzo de 2019, 18:03 hrs.

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Nikon D850
Seattle, Washington, Estados Unidos. 5 de marzo de 2019, 19:54 hrs.

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Samsung Galaxy S8+ (Smartphone)
Seattle, Washington, Estados Unidos. 7 de marzo de 2019, 16:51 hrs.

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Seattle, Washington, Estados Unidos. 7 de marzo de 2019, 17:37 hrs.

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Nikon D850
Seattle, Washington, Estados Unidos. 7 de marzo de 2019, 18:25 hrs.

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Samsung Galaxy S8+ (Smartphone)
Seattle, Washington, Estados Unidos. 8 de marzo de 2019, 9:25 hrs.

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Estado de México, México. 8 de marzo de 2019, 18:47 hrs.

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Samsung Galaxy S8+ (Smartphone)