Esta fue una semana llena de reflexiones, no sólo porque representa la última semana antes del final del año. Los eventos ocurridos en estos días han marcado este proyecto. Probablemente es la semana en la que más íntima y profundamente he escrito; compartiendo aspectos sumamente personales. Probablemente sea la última vez que lo haga. Pero, sin duda alguna, ha sido una semana de grandes enseñanzas.

Día 113. 24 de diciembre de 2020

“On my own pretending [s]he’s beside me”

Prometí que algún día tocaría y cantaría esta canción simultáneamente para Vuestra Merced. Y aunque vos ya no estáis para escucharla; hoy fue el día en que cumplí esa promesa. Desde que vivo aquí, esta noche siempre la he pasado solo. Esa es la tradición. A menudo a las personas les sorprende, e incluso me reprochan, que no celebre estas fechas. Todas me juzgan, pero nadie se ha detenido a preguntar cómo llegué a este punto de mi vida en el que no me hace sentido hacerlo.

Esta noche fue un tanto diferente, recibí una llamada y llegué despierto a la media noche. Después casi no pude dormir. La imagen dice mucho de mí, de lo que siento, de cómo me siento. Del efecto que esas emociones tienen en mí. Parece que fue ayer cuando me senté frente al piano por primera vez sin saber que hacer. No sé cantar, pero puedo hacerlo mientras toco. No importa que me equivoque una y otra vez; lo sigo intentando. Sigo dedicando mi esfuerzo con amor. Sé que no soy la mejor persona, que no soy un gran hombre, pero, al menos, por esta noche me siento bien conmigo al poder dedicar mi propia interpretación.

“I love [her], I love [her], but only on my own -Éponin in Les Misérable

Día 113. 24 de diciembre de 2020

Día 114. 25 de diciembre de 2020

Hoy una llama se extinguió. Este hecho me hace reflexionar en muchas cosas. Siempre había lamentado cuando escuchaba que alguien debía afrontar una situación así en fechas de supuesta celebración y alegría. En mi familia nos ha tocado hacerlo más de una vez este año, quizá con demasiada frecuencia en los últimos dos.

Hay tanto dolor y tanto sufrimiento que a veces siento una gran desconexión, me parece inaudito que yo sufra por una situación que parece tan simple al lado de lo que mis primos enfrentan ahora. Me encuentro de pie escuchando el rosario y pienso: ¿por qué lloramos? ¿por qué sufrimos tanto cuando un ser amado muere? Yo siendo ateo, veo la muerte como la fase final de mi existir. No hay nada después de eso. Esta rama de la familia es católica y creen en una vida después de la muerte, en un paraíso. ¿A caso no deberían sentirse tranquilos de saber que su ser amado ahora podrá disfrutar de esa vida eterna? ¿Qué es lo que nos consume en este momento? Mis primos han perdido a ambos padres en un lapso de diez meses. Mi tío murió el día de su cumpleaños; mi tía el día de Navidad. Ese es un terrible dolor que no soy capaz de sentir, ni comprender. Pero hago mi mayor esfuerzo por ser empático y compasivo. Escucho con respeto los rosarios que dedican a mi tía. Sí, la religión provee ese consuelo.

Yo soy ateo y no conozco los rituales. No los entiendo. Pero comprendo muy bien la ley de la conservación de la energía, la cual afirma que la cantidad de energía en cualquier sistema físico permanece invariable en el tiempo; eso significa que la energía de mi tía no ha muerto. La primera ley de la termodinámica establece que ninguna energía es creada en el universo y ninguna es destruida. Toda la energía de mi tía, cada vibración, cada joule de calor, cada partícula de ella permanece con nosotros en este mundo. Entre todas las energías del cosmos, mi tía ha aportado tan buena energía como la que recibió.

Todos los fotones que alguna vez rebotaron en su rostro, todas las partículas que sus caminos fueron interrumpidos por su sonrisa, al contacto con su cabello, cientos de miles de billones de partículas, han corrido fuera de ella como chiquillos traviesos, sus caminos por siempre modificados por su existencia. Todos los fotones que rebotaron en ella fueron reunidos en los detectores de partículas que son nuestros ojos, esos fotones procesados en las constelaciones de neuronas electromagnéticamente cargadas cuya energía existirá para siempre.

Gran cantidad de la energía que entregamos es en forma de calor. El calor que fluía a través de mi tía en vida; sigue aquí. Sigue siendo parte de todo lo que somos, incluso de nosotros que hoy le lloramos, en el calor de nuestra propia existencia.

No necesito tener fe; de hecho, no debo tenerla. Lo puedo medir, los científicos hemos medido con precisión la conservación de la energía y la encontramos exacta, verificable y consistente a lo largo del espacio-tiempo. La ciencia es sólida, así que puedo estar seguro de que la energía de mi tía toda vía está alrededor. De acuerdo con la ley de la conservación de la energía, no se ha ido ni un pedacito de ella. Sólo sus átomos están menos ordenados.

Yo encuentro consuelo, no en la fantasía de una vida eterna, sino en la realidad de una vida finita. Esta vida en la que tengo la oportunidad de experimentar, de equivocarme, de aprender. No soy ni un suspiro en la eternidad del tiempo. No soy ni un grano de arena en la inmensidad del espacio. Y, sin embargo, aquí estoy y lo comprendo. Por ese simple hecho vale la pena trascender a mi egoísmo, superar mis miedos… por la improbabilidad que implica existir… justo por eso vale la pena vivir…

Día 114. 25 de diciembre de 2020

Día 115. 26 de diciembre de 2020

Hoy el día comenzó con una llamada de cuatro horas. Sospecho que será la última de esas llamadas, no sólo del año, sino de la historia misma. Me siento muy triste, muy desdichado. Tantas cosas han pasado por mi mente inquieta en las últimas horas; he dormido tan poco; he pensado demasiado.

En el panteón mi madre compartió mi cuestionamiento sobre por qué las personas religiosas lloran tanto cuando alguien muere. La respuesta de mis primas fue la más lógica: “Porque extrañamos su presencia. Nos duele su ausencia.”

Eso desencadenó una serie de pensamientos en mí. Evidentemente, no era le momento ni el lugar para externarlos, pero hay varias preguntas que me hago, porque no hace falta que alguien muera para que lo extrañemos.

Pero… ¿Por qué los extrañamos? ¿Qué es lo que extrañamos realmente? Hace tiempo le hice esa pregunta a una amiga que ha llorado a su exnovio por más de un año. ¿Por qué lo extrañas? -pregunté. Su respuesta fue entorno a lo mucho que le daba él a ella. Lo bien que ella se sentía y lo mucho que disfrutaba que la hiciera reír con sus bromas, etc.

Le dije que me parecía curioso que sólo lo extrañaba por las cosas que recibía de él. Ella me respondió: “Claro, no extrañas a alguien que no te aporta nada”. Pero mi pregunta es… ¿Y qué hay de la otra persona? ¿Cuándo fue la última vez que yo le dije a alguien “Te extraño; extraño platicar contigo porque sé que te reconfortaba no tener que hablar de lo que todo mundo te cuestionaba” o “Extraño que me veas sonreír porque eso siempre traía alegría a tu día”?

Creo que jamás lo he hecho. En efecto, cuando le solía expresar a alguien que lo extraño, regularmente es por algo que yo ya no estoy recibiendo. ¡Cuánto egoísmo encuentro en mí! Desde hace semanas empecé a cambiar mi actitud ante eso.

Ahora cada vez que os extraño y extraño vuestra vos, en lugar de tomar el celular y deciros lo mucho que os extraño; lo que hago es desear que vos, al escuchar la vos de vuestro amado; podáis experimentar las hermosas emociones que yo tuve la fortuna de experimentar al escuchar vuestra voz. Hoy cada vez que os extraño, me pregunto qué extraño de Vuestra Merced y deseo que vos podáis experimentar esa bella sensación. O que en los brazos de vuestro amado podáis experimentar la paz y felicidad que yo experimenté cuando tuve la fortuna de abrazaros.

¿Pero todo esto qué tiene que ver con la foto de hoy? La imagen de hoy es la consecuencia de la llamada de cuatro horas. Me había propuesto luchar hasta el final del año, pero después de la llamada me di cuenta de que no tenía ningún caso.

A veces para hacer lo correcto tenemos que ser firmes y renunciar a lo que más queremos; incluso a nuestros sueños. La foto es la consumación de esa renunciación a mi sueño… hoy he renunciado al amor de mi vida. Hoy se consume ese sueño imposible… hoy se incinera ese ideal.

Muchas veces el miedo nos detiene y nos aferramos a lo que tenemos en las manos o en los brazos. Yo no acabo de comprender como es que alguien que tiene frente a sus ojos lo que siempre había soñado; simplemente decide darle la espalda.

Si yo me encontrara frente a lo que siempre he soñado… sin importar lo que fuera; lo soltaría y me atrevería a extender mis alas para surcar el cielo y hacer realidad ese sueño. Sé que lo haría… porque ya lo hice un 20 de octubre de 2017. Aunque moría de miedo; me atreví. Solté todo y abrí mis alas. Sí, el golpe inicial fue muy duro y tuve que enfrentar mucho dolor y sufrimiento, pero valió la pena cada día… Pero yo sé que soy el sueño de nadie… “Y otra vez seremos dos extraños…”

Por eso hoy decido incinerar mi sueño… De todo corazón deseo que jamás llegue el día en que vos queráis estar conmigo, porque eso significará que vos habéis encontrado la dicha que tanto anheláis…

Día 115. 26 de diciembre de 2020

Día 116. 27 de diciembre de 2020

Hacía tiempo que quería fotografiar un ojo nuevamente y hoy coincidió que encontré a una víctima. La hora del día no fue la ideal y no usé flashes, todo fue muy repentino e improvisado. Sólo utilicé el objetivo macro con un tubo extensor, pero necesito utilizar el fuelle y el anillo inversor para poder lograr un mayor acercamiento. Esta es una sola imagen, a diferencia del proceso artesanal con más de 90 imágenes de los otros ojos que he fotografiado; sólo dos realmente. Espero que esta imagen abra la puerta a que más voluntarios quieran someterse a la tortura china.

Día 116. 27 de diciembre de 2020

Día 117. 28 de diciembre de 2020

Hoy mientras regaba mis plantas noté que una de ellas está a punto de florecer. Hace casi 4 años que me la regalaron, entonces venía con unas hermosas diminutas flores. Cuando esas flores se cayeron, jamás volvió a florear. No sé si le hacía falta espacio, más sol, más agua o todas las anteriores. Pero este año está echando flores y eso me hace sonreír. Aunque la fotografía macro ha revelado algo que a simple vista no había notado; la planta está llena de bichos diminutos. Ese calor rosado es un color muy bello. Tomaré otra fotografía cuando los botones ya hayan abierto.

Día 117. 28 de diciembre de 2020

Día 118. 29 de diciembre de 2020

La última Luna llena del año y finalmente el clima coopera para poder hacer observaciones. Fue una Luna muy interesante porque salió poco después del atardecer, entonces el cielo aún tenía ese tono azul y la Luna iluminada por el Sol con esos tonos del atardecer bastante naranjas. Fue un contraste bastante hermoso.

Sin embargo, la imagen de hoy es diferente, quizá un ojo experto lo note. Use una cámara diferente. Esta vez utilicé mi cámara infrarroja. Hace unas semanas conseguí el anillo en T para la montura A de Sony y decidí comprarlo. No lo mencioné, pero la foto del Sol con el avión también es una foto IR.

Lo bello de esta imagen es que se aprecia mayor detalle. He estado comparando imágenes que tomé esta noche con luz visible y luz infrarroja y las diferencias son sutiles, pero es evidente que las hay. Mi siguiente objetivo será mirar la nebulosa de Orión y fotografiarla en IR. No sé qué resultado obtendré, pero siento mucha emoción de hacer el experimento. ¡Ahora necesito una cámara de espectro completo!

Día 118. 29 de diciembre de 2020

Día 119. 30 de diciembre de 2020

¡Qué hermoso año! Esta planeaba que fuera la última foto del año, pero decidí que fuera la última foto de esta semana. Este año logré leer estos 23 libros, lo cual representa un récord para mí. La lectura ha sido algo que me ha mantenido cuerdo todo este tiempo, creo.

Aunque debo reconocer que esta última semana me ha costado mucho salir de la cama. Eso sucede cuando le prendo fuego a mi más grande inspiración, pero ya lo resolveré. Lo cierto es que todos estos libros me han dejado algo. He aprendido de cada uno de ellos; es difícil hacer una lista de mis favoritos, pero si tuviera que elegir tres serían: Until the End of Time, The Big Picture y The God Delusion.

Sé que la cuenta oficial de este proyecto arrancó en septiembre, pero no quise dejar pasar la oportunidad de recordarme de lo que soy capaz en un año calendario cuando tengo la disciplina y compromiso necesarios. El objetivo del próximo año será leer al menos un libro en cada uno de los cinco idiomas que ya entiendo.

Día 119. 30 de diciembre de 2020

“No se trata de lo que el mundo aporta a tu estado de ánimo, sino de lo que tu estado de ánimo le aporta al mundo.” -ELH

P.S.: I love you

Treinta y Sexy: Semana 16

Treinta y Sexy: Semana 18