Me dijeron “tienes que estar bien” el lunes. Fue alguien que no me conoce y que no tiene idea alguna de lo que sucede en mi interior. Eso me llevó a tener un diálogo como el que tuve la última vez que partí desde tu puerta. Mi mente y mi corazón se baten en duelo de argumentos, como dos fuertes corceles que tiran en direcciones opuestas. El Dragón asienta ante la razón del comentario y el Fénix enciende todo su poderío lleno de emociones cuestionando el por qué tendría que estarlo.
Últimamente mis días han sido así, una constante disputa entre lo que quiero y lo que debo hacer, esa guerra interna que tiene dos víctimas como saldo. Una absurda contienda que necesita una tregua, un momento de calma que permita a ambos mártires sanar. Y, justamente, eso es lo que fui a encontrar esta semana en el libro que he comenzado a leer. Un medio que sirve como bálsamo para poder conciliar a ambas bestias míticas que residen en mí. El Yin y el Yang. El balance entre el lado luminoso y el lado obscuro de la fuerza. La colaboración entre la sabiduría del Dragón y el poder emocional del Fénix renacido.
Esta semana apliqué el vigésimo primer hábito de los fotógrafos exitosos: Hay más en la vida que la fotografía. Como se habrán podido dar cuenta por los primeros dos párrafos de este escrito. El hábito menciona que es bueno desarrollar pasiones fuera de la fotografía. A veces, es buena idea poner la fotografía en el estante. Sí, la lectura siempre ha sido un hábito que disfruto mucho y aunque no la considero una pasión, sí creo que en este momento se ha convertido en un medio para enfrentar mis problemas. Creo que las últimas semanas me había dedicado a evadirlos. Siempre la aceptación es la parte más complicada, pero es fundamental para poder construir con cimientos fuertes, de lo contrario sólo se construye un castillo de naipes.
Recuerdo que al principio escribí que no quería hacer esto por una cuestión personal y que me reservaría los detalles de la situación. Hasta este momento creo que me he apegado a eso. Y aunque este es un sitio de fotografía; el blog habla del fotógrafo. De algún modo, las cosas que me suceden se ven reflejadas en mi trabajo, aunque por el momento ese trabajo no represente un gran volumen. Hay muchos aspectos de mi vida que se ven reflejados en mi rol de fotógrafo. Así que la fotografía es un medio para mejorar aspectos en mi vida. Hace cinco años, mientras tomaba un curso de fotografía; descubrí el poder del lenguaje corporal y me entrené en ese tema durante años. Hoy sucede algo similar, la fotografía me llevó a documentarme en astrofísica. Ya antes me había sumergido en el fascinante mundo de la física cuántica, así que comprender el espectro contrario no me resultó difícil. Mientras estudiaba sobre el cosmos; encontré una charla sobre un libro de comunicación. No había terminado de ver la conferencia cuando ya lo había ordenado. A penas voy a la mitad del libro y una buena parte de lo que dice; son temas que había identificado y de los que era consciente al haber estudiado lenguaje corporal. Pero, aún así, fallé. Hoy comprendo que mi problema es la comunicación. El mayor problema en la comunicación es la ilusión de que ha tenido lugar. Estoy un poco abatido por la experiencia ¿Dónde está mi habilidad de leer el lenguaje corporal de las personas y establecer vínculos más profundos, en la que he sido entrenado y de la que estoy tan orgulloso? Atesoraba tanto mis experiencias conectando con las personas. ¿Por qué no lo logré hacer esta vez?
Otras preguntas más han surgido en mi cabeza. Nuevamente estoy dispuesto a aprender de mis errores. Comprenderlos es fundamental para mi crecimiento. Todo este análisis se vuelve en una especie de investigación que no puedo dar por terminada hasta que escribo mis conclusiones y adquiero nuevo conocimiento que, en alguna otra ocasión, bajo otras circunstancias, volveré a cuestionar. Hoy tengo un plan de acción que, tal vez, ponga a la fotografía en un segundo plano, pero veré la forma de poder hacer ambas cosas. Por un lado, continúo y continuaré con mis estudios de fotografía, hace un mes decidí tomar un reto y estoy comprometido a lograrlo. Pero también quiero estudiar improvisación teatral, por ahora tendré que estudiar la teoría, pero no descansaré hasta tomar clases y poder poner en práctica muchos ejercicios que hoy estoy interesado en experimentar. Sí, siempre que estudio un nuevo ejercicio; pienso en que sería una buena idea practicarlo contigo, sólo que aún no encuentro la forma de hacértelo saber, quizá un día sea posible. Para mí es importante tomar estas clases de improvisación porque me he dado cuenta de que no basta con estudiar lenguaje corporal y escuchar a buenos comunicadores. Se necesita entrenamiento para aprender a ser un mejor comunicador. Yo he observado a grandes bailarines toda mi vida y toda vía no sé bailar.
De antemano, ofrezco una sincera disculpa al resto de mis lectores que están allá afuera preguntándose que demonios sucede conmigo. Y lamento no compartirles ciertas conclusiones a las que he llegado, pero quiero compartir primero toda esta reflexión contigo. Porque, aunque no hago las cosas por ti ni para ti; definitivamente, sigues siendo con quien más disfruto hablar durante horas compartiendo un poco más de mí y de lo que aprendo.
Estoy consciente de mis errores. Llegar a esa conclusión me resultó bastante difícil porque no tenía claro cuales habían sido. Y si no sé en qué me equivoco, no tengo manera de mejorar. Es como cuando tomas una fotografía de paisaje y dejas tu horizonte justo a la mitad. Si alguien no viene a explicarte la ley de horizonte y la ley de tercios; seguirás cometiendo el mismo error cada vez que tomes una fotografía de paisaje. En mi caso, tenía una hipótesis: mi problema es de comunicación. No supe comunicarme adecuadamente en tiempo y forma.
Aplicando el método científico; decidí considerar toda la evidencia a mi disposición. Analizar cada registro que tenía desde hace más de un año. Pero no llegaba a ninguna conclusión que satisficiera mi entendimiento. Al final, terminaba en la misma conclusión: había alternativas. Investigando más al respecto; descubrí que la única forma, de realmente encontrar en donde estuvo mi error de comunicación, era comprender lo que la otra persona estaba sintiendo, a eso generalmente se le llama empatía. Así que decidí volver a analizar toda la evidencia, pero esta vez desde tu punto de vista. Leí toda la información desde tus ojos; fue una tarea ardua y emocionalmente complicada, pero finalmente comprendí donde estuvo mi error. Decir tus palabras como si fueran mías y escuchar mis respuestas como si fueran tuyas, fue suficiente para comprender que no sólo me equivoqué en la comunicación. Finalmente, pude ser consciente de lo que sentías y de haberlo comprendido antes, quizá, sólo quizá habría habido alternativas. Ahora sé que ya es demasiado tarde; ya no las hay.
Más adelante, tal vez, sólo tal vez, pueda compartir con ustedes algunos de los ejercicios que me han permitido explorar este tema de la comunicación que va de la mano con el lenguaje corporal. Al final de todo esto sé que el Dragón, que representa mi mente, y el Fénix, que representa mi corazón, encontrarán su tregua y comprenderán que si trabajan juntos es más fácil crecer. Porque al final del día, los necesito a ambos para ser un mejor comunicador, lo cual me ayudará a ser una mejor persona… y ese es el último objetivo.
Otros días no son tan sencillos como pareciera. Ya lo dijo el tanatólogo Hurtadito: Estoy rodeado de muertos, pero me siento solo. Según él, mi problema cervical se ha agravado desde el accidente (parezco Batman cada que quiero mirar a la izquierda), pero yo creo que es por mi obsesión de dormir mirando hacia París, pensando en lo que habría sido de haber ido. Antes tenía motivos para dormir sobre mi lado derecho. Lo cierto es que en todo proceso las cosas suben y bajan, así es la vida. Hasta nuestro propio pulso cardiaco está representado en una gráfica que tiene subidas y bajadas. Y cuando no hay subidas ni bajadas… es porque estás muerto. Sin duda alguna, todo esto sería más fácil si pudiéramos hablar más de lo que te escribo. Si pudiéramos compartir más el espacio-tiempo y no sólo mi pensamiento.
Regresando al tema central de este blog; sí tomé algunas fotos. El domingo en la noche estaba sentado en el balcón cuando empezó a llover. Así que tomé una fotografía a través del cristal salpicado de la puerta. Hay un algo en esa imagen que me hace sentir. Y es extraño porque sé lo que sentía en el momento que la tomé, pero cuando la miro… no siento lo mismo. Hay algo más, quizá algún día lo descubra. El jueves comenzó la NFL. Podrán imaginarse que tan crítica está la situación en mi interior, que ni si quiera estoy emocionado por el hecho de que la temporada regular haya iniciado. Probablemente, el viernes fue el peor día. Me sentía tan… vacío; tan incompatible. Pero en algún momento miré al cielo, como dice el buen Dr. Tyson “Keep looking up”. Y observé esa espectacular vista del Sol atravesando las nubes. Recordándome que el Sol brilla tras las nubes grises. Hace una semana alguien comentó que no tenía nada en mi maceta y, ciertamente, hace una semana sólo era un montón de tierra. Pero el sábado que salí al balcón me percaté que había dos pequeños retoños. El 28 de julio planté unas semillas ahí. Y todas las semanas la riego dos o tres veces. A veces llueve mucho y no es necesario regarla, pero justo ahora me vino a recordar que hay que saber ser pacientes. Mucha agua y las semillas se habrían arruinado; mucha indiferencia y la tierra se habría secado. Hoy veo con mucha alegría que lo que sembré hace más de un mes; vivé. Tal vez, si soy cuidadoso, un día pueda cosechar lo que he sembrado. Decidí hacer unas fotos macro de esos retoños, ya que uno no se puede ver en la imagen cenital que tomé. Y también le tomé foto a mi cactácea para que no se sintiera mal. Algunos recordarán lo diminuta que era cuando le tomé fotos durante mi Camino a los 33. Hoy ya es muy grande y hermosa. De mi viaje a Japón tomé prestado ese magnífico dragón que hoy representa la otra parte de mí. El Fénix y el Dragón, quizá no sea la última vez que leas sobre ellos. Finalmente, tenía muchísimas ganas de probar mi equipo macro con la nueva cámara, pero no quería hacerlo con nadie más. Así que decidí hacer lo mismo que hace más de un año. Decidí fotografiar mi ojo, quizá, sólo quizá, eso abra la puerta a que pronto pueda fotografiar el tuyo.
P.S.: I miss you.