Esta fue la semana en la que por fin la vida decidió que esa persona especial y yo coincidiéramos en el espacio-tiempo una vez más. Pero todo empezó el domingo que estuve la tarde en casa. Inicialmente quería jugar Gears of War 4 pero me faltaba muy poco para terminar mi libro, así que me senté a leer un par de horas hasta que lo terminé. La fotografía 267 es un documento de ese progreso. Ya sólo me falta la cuarta parte de la fantástica trilogía de las odiseas. Son libros que me han fascinado porque, literal, me llevan a mundos completamente nuevos y diferentes.
El lunes me tocó estar en casa y eso abrió la oportunidad para cumplir mi más grande anhelo del último mes. Por fin tuve la oportunidad de cenar con esa persona especial. Creo que había olvidado los nervios de pasar por alguien por primera vez. Pasamos horas platicando y descubrí tantas cosas, quizá muchas más de las que esperaba. Durante la charla noté sus manos inquietas y por eso decidí mantener esa referencia en la fotografía 268. Noté su rostro cuando el mesero se acercó a limpiar; es un gesto que jamás podré olvidar. Logré encontrar en su mirada un brillo que hace tiempo no veía. Sin duda alguna fue una gran forma de terminar el día. Nos dio la media noche y tuvimos que irnos porque, prácticamente, nos corrieron del lugar. Pero tengo la certeza de que podríamos haber platicado hasta el amanecer.
El martes fue un día largo. Después de la desvelada me costó trabajo levantarme y a lo largo del día tuve sueño. Pero al llegar a casa decidí hacer una foto de producto porque desde el fin de semana comencé a jugar Gears of War 4 en dificultad Insane. El eslogan del juego es Never Fight Alone pero en mi caso, casi siempre es así. Por eso mejor opté por titular la fotografía 269 con el otro mensaje oculto en el control.
El miércoles amaneció de forma fantástica: frío, lluvioso, melancólico. Por eso decidí tomar la fotografía 270, a través del rocío de la lluvia. Es una vista que tengo muchos días en la semana pero la lluvia siempre tiene un algo que lo hace mejor. Por la noche volví a ver a esa persona especial. Tardé un mes para verla por segunda vez y ahora apenas pude esperar dos días para verla de nuevo. Fue una noche increíble, me gustó trabajar con ella y tomar dictado fue lindo. Definitivamente, todo es más ameno cuando se comparte una botella de vino, risas y unas cuantas miradas. Desde luego el chocolatito de agua fue magnífico para terminar la noche con esa persona especial.
La plática se extendió hasta los primeros minutos del jueves. Nuevamente, cruzamos la media noche. Realmente no quería que terminara ese momento. Pero tuve que llevar a esa persona especial a casa. Al volver, 20 minutos después (lo cual es maravilloso); decidí tomar la fotografía 271 con las tazas que utilizamos para compartir el chocolatito. Siempre digo que un chocolatito de agua lo resuelve todo, hasta el mal de amores (Jerry Maguire jamás habría regresado de haberse tomado su chocolate de agua con su pan de yema). Esta vez el chocolatito ha sido para el bien de amores.
El viernes por fin me senté a publicar las fotos de toda la semana. Se me fue toda la tarde en eso. También traté de hacer mis tareas del diplomado de fotografía. Pero ya voy tan atrasado que ya no sé ni cuales me faltan. Para la fotografía 272 hice un documento que puede ser una especie de autorrepresentación porque lo que está escrito es mi obituario, la idea de sólo retratar el final es porque, justamente, quiero que sepan cómo termina esta historia.
El sábado fue un día complicado. Lo bueno es que me divertí en el diplomado. Son buena onda algunos de los compañeritos. Todo el día estuve resolviendo algunos problemas, así que dejé la fotografía 273 hasta el final. Decidí hacer un pequeño paisaje de prueba, por si alguna vez hago la sesión de Bodyscapes®, de Allan I. Teger.
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