La semana 37 tiene sabor a dos. Todo comenzó el domingo que fui a Zacatlán y terminé bastante frustrado porque yo esperaba una logística diferente. Yo quería niebla y lluvia pero sólo hubo sol y calor. El tiempo no fue nada bien administrado. Creo que tendré que volver por mi cuenta. Necesito fotos del panteón. Al menos, hubo algunas tomas rescatables de donde salió la fotografía 253.
El lunes fue un día largo y cansado. Quizá sólo haya sido que no dormí lo suficiente durante los días anteriores. La fotografía 254 es un producto con un mensaje secreto; una referencia a un pasado olvidado. Esos viejos hábitos que salen a flote cuando, por accidente; encuentras las herramientas de otra vida.
El martes el cansancio acumulado me acabó. Llegué a casa y me acosté en el sillón a pensar en la foto que haría. Pero mientras más pasaba el tiempo, menos me quería mover. Mi mente comenzó a divagar en otros temas. De pronto, se me ocurrió poner la cámara con un tiempo de exposición largo y, simplemente, presionar el botón. Lo intenté varias veces hasta que encontré la fotografía 255. Lo interesante de la imagen es que la única iluminación que tenía; era la luz azul del balcón.
El miércoles desperté muy temprano en el sillón y decidí dormir un poco más, así que me pasé a la cama. Cuando volví a abrir los ojos, el Sol se comenzaba a alzar con una maravillosa mezcla de colores. Tomé la cámara y capturé ese magnífico instante en el que, aparentemente, la fuerza gravitacional del Sol genera una curvatura en la continuidad del espacio-tiempo. Así fue como la fotografía 256 vio la luz.
El jueves tenía pensado hacer un autorretrato pero ella me llamó para que fuéramos al cine y decidí aceptar. Mientras esperaba a que llegara; yo miraba desde el piso de arriba y las personas me resultaban divertidas. Tomé la cámara y capturé su andar. Al final seleccioné la fotografía 257 por el reflejo distorsionado que también me resulta interesante. Y aunque hay un elemento distractor, se vuelve parte del mensaje de la imagen.
El viernes llegué a Oaxaca (y esa es la razón por la que tardé tanto en publicar esta semana) en medio de un calor insoportable pero la ciudad siempre regala magníficas postales, como la que logré capturar en uno de los lugares más representativos. La fotografía 258 es resultado de esa tradición que tengo al viajar: capturar los lugares más bellos con mi cámara infrarroja.
El sábado fue el día más esperado de lo que va del año. Sin darme cuenta, casi cuatro años atrás, el 25 de mayo de 2011, para ser exactos; pisé esta ciudad para presenciar la boda de uno de mis hermanos. Jamás creí que volvería por el mismo motivo pero la vida siempre nos trae sorpresas. Este día tuve la fortuna de ser parte de la celebración de una amiga del trabajo. Sé que, muy probablemente, las bodas (ahora sí) se me terminaron. Es lamentable porque me encantan las bodas. Hay tanta felicidad y emoción. Tanto amor que desbordan las calles, literal. La foto de este día la había imaginado muy diferente, y capturé una imagen así. Pero decidí elegir la fotografía 259 porque muestra las tradiciones del lugar. Y aunque hay cientos de fotos más que podría haber elegido, creo que esas las guardaré para los novios. Sin duda alguna, estoy profundamente agradecido con ellos por haberme permitido ser testigo de su gran amor.
Por cierto, al final, la liga me cayó.
f/14
1/200 sec.
ISO-200
18 mm
Nikon D7100
f/5
1/60 sec.
ISO-100
19 mm
SONY ILCE-6000
f/5
15 sec.
ISO-100
16 mm
SONY ILCE-6000
f/11
1/80 sec.
ISO-200
52 mm
Nikon D7100
f/3.5
1/125 sec.
ISO-800
16 mm
SONY ILCE-6000
f/13
1/500 sec.
ISO-800
18 mm
SONY SLT-A55V (IR Camera)
f/11
1/200 sec.
ISO-100
20 mm
Nikon D7100
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