Este nuevo proyecto pretende estar formado por dos partes: un diario fotográfico y un documental. El primero es nuevamente un reto de disciplina para crear una fotografía diaria. Mi intención es reforzar el compromiso y disciplina para lograr un objetivo. La segunda parte, el documental, es una idea que traigo en mente desde que tuve un sueño en el que volvía a la secundaria. De algún modo, quiero volver a esos lugares, momentos y personas, que han dejado marca en la persona que hoy elijo ser; y agradecerles.
Aún no sé cuándo, ni cómo llegaré a compartir esa segunda parte del proyecto, si es que llego a compartirla. Hablar de mis emociones y mi filosofía de vida no me resulta complicado, al menos, no lo es desde las sombras como es que estoy acostumbrado. Pero es una sensación completamente diferente cuando todas las luces apuntan hacia mí. Por ahora, lo único que puedo asegurar es que este lugar estará mayormente lleno describiendo cada una de las imágenes del diario fotográfico. Haré un esfuerzo por publicar cada semana, preferentemente los sábados que mi agenda suele tener espacios libres, pero no prometo nada específico, ya que habrá situaciones extraordinarias como este primer fin de semana en el que me fue imposible publicar esta primera entrada. Sin embargo, me aseguraré de hacerlo tan pronto como me sea posible. Dicho lo cual… este es mi diario fotográfico: Treinta y Sexy.
Día 1. 3 de septiembre de 2020
Es complicado comenzar un nuevo proyecto en el día más atareado del año. Repentinamente, este lugar que ha sido más silencioso que un cementerio durante la mayoría de los últimos cinco meses; se inunda de caos. Entre gritos de mis sobrinas, el ruido de los videojuegos que juega mi sobrino, conversaciones cruzadas, música y unos cuantos suspiros míos al contemplar el cuadro, simplemente me pierdo en el momento.
Quizá una fotografía de ese instante habría sido un buen comienzo, pero preferí platicar con mi sobrina, con mis hermanos y disfrutar de ese instante, sin tener la distracción de la cámara. Cuando todo el caos pasó y la entropía de mi departamento había incrementado en demasía; tomé la cámara y capturé algunas fotografías como evidencia de lo sucedido. Pero ninguna de ellas me resultó estética.
Al final, la fotografía que hice es una referencia a mi diario anterior “Camino a los 33”. De algún modo, uno de los elementos de la última imagen de ese proyecto; es el primero de este nuevo. Habría sido interesante hacer una fotografía similar, pero hay dos factores que me llevaron a no querer hacerlo. El primero es que no quiero obligar a nadie a ser parte de esto. Quizá en algún momento durante el año seré digno de que alguien me diga “Yo quiero aparecer en el libro de tu diario fotográfico”. Por ahora, procuraré respetar la privacidad de las personas. Segundo, no quiero generar ningún tipo de comparación entre un proyecto y otro. En este, el tema principal son mis emociones y pensamientos a lo largo de cada día y cada fotografía que construya, de una forma u otra, quiero que cuente esa historia sin importar si es un retrato, una foto de producto, naturaleza muerta o paisaje. ¿Se vale copiar? ¡Por supuesto! Y si es de mi propio trabajo; mejor. Pero ya habrá tiempo para hacerlo.
Dicho lo anterior, la primera fotografía son los restos del pastel de cumpleaños; sin velas, sin deseos, sin sueños. Esa imagen cuenta, al menos, dos posibles historias. La primera sugiere que no estuve solo; la segunda, que soy un infeliz glotón (o feliz, si tomamos en cuenta el cuadrado de la función). También refleja algo muy verídico sobre mi realidad. No cuento con todas las herramientas adecuadas en mi hogar, entonces a menudo hay que improvisar.
La composición de la imagen tiene una intensión y no me detendré a describir todas las fotografías (esas conversaciones las podemos tener uno a uno), pero la geometría en la imagen tiene su razón de ser. El azul, el negro. Todo narra un poco de mí, de mi historia. Y donde alguien sólo ve los restos de un pastel, yo veo una especie de auto representación.
Día 2. 4 de septiembre de 2020
Para mí, el mayor regalo es que las personas se tomen un instante de su día para estar conmigo, aunque sea en pensamiento. El viernes recibí una visita que ha sido constante durante todo este tiempo y la fotografía pretende inmortalizar el regalo que me dio. Ahora, lo interesante de la imagen no sólo es el regalo, sino lo que el regalo revela de mí. La composición y la perspectiva pretenden insinuar algo más que sólo un regalo y es lo que me agrada de la imagen. Hoy esa fotografía cuenta una historia sobre mí y cada que tome ese libro y lea una parte, me recordará la fuente de inspiración. Será un constante recordatorio de lo importante que es para mí la curiosidad.
Día 3. 5 de septiembre de 2020
Este día me dije: estoy frustrado, insatisfecho, sólo en mi departamento… yo me voy a hacer una… Y me hice una cena. Como diría el Grinch, no podía cancelarla de nuevo. En alguno de mis momentos de soledad me da por hacer algo que no acostumbro.
Estando aquí solo, casi siempre como en la sala mientras veo la televisión (a veces ni la prendo, sólo la veo), en la barra de la cocina o en mi oficina mientras intento avanzar un poco más en el trabajo. Así que esa noche decidí usar el comedor, porque tiene dos funciones y no la utilizo para ninguna de las dos.
Al ser una cena conmigo mismo, decidí esforzarme. La fotografía la hice mientras la lasaña estaba en el horno. Porque mi soledad no es triste, al contrario, es elegante, es parte de mí. Así que en noches como esta; la disfruto aún más.
Día 4. 6 de septiembre de 2020
Mismo lugar, apariencia diferente. Quise tomar esta fotografía porque no me di cuenta de lo aterrador que es hablar de mí, hasta que estuve consciente de que había una cámara grabando. Es como cuando toco el piano; cuando me pongo los audífonos y toco sólo para mí, son pocos los errores que cometo. Pero si hay una cámara o incluso si estoy grabando el ensayo en el mismo piano; mis errores incrementan drásticamente.
La imagen tiene la intención de recordarme que no es fácil sentarse en esa silla solitaria hacia donde todas las luces apuntan. Hoy no he descubierto que no es la misma sensación; no me resulta tan fácil observarme y escucharme. Eso lo hará muy retador y, al mismo tiempo, será una experiencia que me permitirá descubrir aún más de mí. Quizá esto me hará replantearme la idea de compartirlo. Por ahora, me quedo con las sensaciones que emanan de mi interior cada que miro esa imagen.
Día 5. 7 de septiembre de 2020
Fue un día agotador. Hoy decidí implementar una nueva agenda y seguirla al pie de la letra es bastante cansado, así que al final del día sin haber hecho una fotografía, simplemente decidí retratar mi estado exhausto. En momentos así, regularmente es en el sillón donde me siento, pero esta vez preferí darle la espalda a la cámara (una especie de romanticismo) para compartir la vista que ha cautivado a más de un visitante.
La imagen también inmortaliza un instante importante de mis días, los momentos de tomar un descanso. Siempre estoy haciendo algo y descansar es parte importante de ese algo.
Día 6. 8 de septiembre de 2020
Probablemente era marzo de 2004 cuando tomé unas cuantas clases de piano y decidí que era muy difícil. Por cuantas me refiero a dos o tres. Jamás creí que sería capaz de lograr que mis manos y pies hicieran cosas casi independientes. Poco más de 16 años después, este día me tomó un par de horas descifrar la primera parte de un preludio.
La imagen sólo pretende reflejar esa emoción de saber que, si dedico el tiempo suficiente, puedo aprender algo que en algún momento consideré imposible. De igual forma, es una linda manera de capturar mi determinación. Si hoy soy capaz de enseñarme a tocar el piano yo solo, entonces… ¿Cuál es el siguiente reto?… 你好
Día 7. 9 de septiembre de 2020
Probablemente esta es mi fotografía favorita de la semana. No porque sea la mejor técnicamente, ni porque sea la más estética, sino porque captura la emoción más hermosa: amor. Una imagen llena de símbolos, de recuerdos, de suspiros, de sueños e ilusiones… llena de esperanza…
P.S.: I love you
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