Durante los últimos años me he entrenado lo suficiente para lograr ver las oportunidades aún durante las situaciones más adversas y durante los últimos cinco meses ha rendido fruto ese entrenamiento. Lo que comenzó como un simple experimento sin mucha idea, pero de la mano de un cuento de hadas; se fue convirtiendo en una forma de expresión.
Hacer fotografía en cada rincón de mi hogar, durante la contingencia sanitaria, ha sido una práctica interesante y muy entretenida. Sin embargo, algunos eventos en mi vida personal me motivaron a cuestionar mi forma de pensar, de vivir, de sentir (es una práctica común cuando tienes una mente con formación científica). La hipótesis de mi experimento, en principio, fue simple: ¿Puedo renunciar al amor y a la esperanza que han guiado mi vida durante los últimos dos años?
Como alguna vez dijo Abraham Lincoln “Los dogmas del pasado tranquilo son inadecuados para el presente tormentoso”. Aunque no estoy muy seguro de que “tranquilo” sea la mejor forma de describir mi pasado… no el de hace dos años.
Una de las grandes ventajas de llevar casi medio año trabajando en casa, es que he logrado optimizar mis tiempos a un grado casi de obsesión. Eso me ha permitido leer una increíble cantidad de libros que, en condiciones normales, me habría tomado unos dos años. Invariablemente, toda esa información ha influenciado mi reflexión y metodología para verificar o falsificar mi hipótesis. El espectro de temas oscila entre astrofísica, física cuántica, filosofía, mitología nórdica, la evolución de la inteligencia humana, cosmología, el multiverso y algunos otros.
Los meros poetas son tan idiotas como los meros borrachos, que viven en una niebla continua, sin ver ni juzgar nada con claridad. Un hombre debe ser erudito en varias ciencias, y debe tener una cabeza filosófica razonable, y en cierta medida matemática, para ser un poeta completo y excelente …
John Dryden
«Notas y observaciones sobre la emperatriz de Marruecos» 1674
Durante cinco meses estuve realizando múltiples sesiones de fotografías con la “Desesperanza” como mi única guía; la cual es definida por la Real Academia Española como “Estado del ánimo en que se ha desvanecido la esperanza”. En efecto, esa era la nueva forma en que estaba decidido a guiar mi vida hacia el futuro. La lógica de esa decisión en mi mente era muy simple: Sin esperanza, no hay decepción.
Sí, es una forma muy reduccionista, pero el reduccionismo es bastante útil en muchos aspectos de la física y, en palabras de Brian Greene, sólo somos bolsas de partículas cuánticas aleatoriamente configuradas, por lo tanto, estamos regidos por las leyes de la física.
Irónicamente, durante las sesiones fotográficas intentaba expresar mis emociones a través de una historia. Por algunos detalles, como el cabello, pareciera que las sesiones contaban una historia cronológica. Pero mientras más profundizaba en mis estudios del multiverso, cada vez se empezó a apoderar más de mí esa idea de que no necesariamente mis imágenes debían contar una misma única historia. Las leyes de la física no distinguen entre pasado y futuro, entonces decidí que no necesariamente las emociones en mis fotografías tenían que respetar lo que en la física se denomina la flecha del tiempo.
Seguí experimentando, seguí atreviéndome a vivir, a enfrentar mis emociones. Seguí leyendo sobre algunos aspectos filosóficos y mi investigación me llevó a comprender la tendencia que nuestro cerebro tiene por ciertas situaciones, consecuencia de la forma en que evolucionamos durante millones de años.
No me tomó mucho tiempo llegar a la primera conclusión. El amor no es el problema. El amor es como el espectro electromagnético; cuando desarrollamos formas para ver todas sus frecuencias de onda, experimentamos un Cosmos completamente nuevo. El amor es el motor que me empuja a ser una mejor persona cada día. El amor me motiva a levantarme todos los días y leer un libro una o dos horas antes de comenzar mi día. Así que decidí entregarme al amor y una de las fotos refleja ese momento.
¿Pero qué hacer con la esperanza? La esperanza me consume… ¿Será posible vivir sin esperanza? ¿Qué implicaciones tendrá hacerlo? La ausencia de evidencia no es evidencia de ausencia. El hecho de no tener evidencia que me mostrara que no hacía sentido alguno esperar lo que decía que no estaba esperando, pero que subconscientemente definitivamente esperaba; no era evidencia de que debía dejar de esperarlo.
Parece complejo, pero sólo porque me niego a escribir detalladamente de lo que intento hablar. Sin embargo, un día descubrí la evidencia que me hizo saber que jamás sería suficiente, que yo jamás sería digno de. Fue entonces cuando entendí que, para poder renunciar a la esperanza, tenía que ser capaz de ver más allá del rango de la luz visible. Es decir, mi amor tenía que evolucionar a una forma aún más inconmensurable, aún más incondicional. ¿Pero cómo haces más grande el infinito?
Decidido a renunciar a mi esperanza y a enfrentar mi más grande temor; continué realizando fotografías que representaban este nuevo estado de ánimo. Accidentes fortuitos se convirtieron en accesorios elegantes para mis imágenes. Pero no dejé de leer, no dejé de investigar. Tengo ese severo problema; una vez que comienzo, un tema lleva a otro y cada vez deseo aprender más cosas. Mientras más crece el área de la superficie de mi horizonte de sucesos; más densa es la singularidad de mi ignorancia.
Pero como Charles Darwin dijo alguna vez “Aquí no nos preocupan las esperanzas o los temores, sólo la verdad hasta donde nuestra razón nos permite descubrir”. Así que seguí leyendo, seguí investigando. En verdad me esforcé por entender el origen de nuestro pensamiento iluso, de nuestros miedos, de nuestras emociones.
Entre las muchas fuentes en las que indagué, me encontré con las últimas palabras que Stephen Hawking le dijo a su hija Lucy “No deberías tener miedo… intentarlo podría convertirse en la parte más importante de la valentía”. Y ahí fue donde todo comenzó a tener sentido, no se trata de renunciar a la esperanza, sino de evolucionar a un estado mental en el que mi mayor esperanza no sea obtener algo, sino proveer algo. No se trata de que algún día desee estar conmigo, sino de que un día yo pueda amarla aún más y sin anhelar estar juntos.
Hoy recuerdo la mayor lección que Stephen Hawking me dio años atrás “recuerda mirar hacia las estrellas y no hacia tus pies”. Desde entonces los únicos momentos en que contemplo el pasado con anhelo y con emoción, es cuando estudio el Cosmos a través de mi telescopio.
Todos somos viajeros en el tiempo, viajando juntos hacia el futuro. Y la mejor lección que he podido recibir en este momento de mi vida, en el que he decidido y aprendido a ser valiente, a ser curioso, a ser determinado y superar las probabilidades; es que “mientras hay vida, hay esperanza”.
Con toda esa información en mente; decidí sentarme a reflexionar sobre mis emociones, sobre la filosofía de vida que he elegido construir, sobre mi forma de amar y ver el mundo (con mis ojos de bebé). Finalmente, me senté a observar el bonche de imágenes producidas durante todas esas sesiones en estos cinco meses (cuánto lamento no poder imprimirlas en papel fotográfico). Naturalmente el proyecto evolucionó de “Desesperanza” a “(DES)Esperanza”, y mientras esa decisión tomaba forma en mi mente, fui encontrando una forma de incorporar el multiverso, la dualidad de materia-antimateria de las partículas virtuales y mi constante fluctuación entre la esperanza y la desesperanza. Fue cuando decidí que este proyecto estaría conformado por parejas de fotografías, en las que una imagen reflejaría un estado de desesperanza y el otro un estado de esperanza. Una imagen perteneciente a un universo donde me es posible vivir sin esperanza, la otra perteneciente a un universo donde vivo con esperanza. Donde al final no importa la línea del tiempo; solamente importa el amor.
En conclusión, hace dos años aprendí del poema Worstward Ho de Samuel Becketts que “Alguna vez tratado. Alguna vez fallado. No importa. Inténtalo de nuevo. Falla nuevamente. Falla mejor.” Sí, volví a enamorarme; volví a ilusionarme; lo volví a intentar, volví a fracasar… Es momento de intentarlo nuevamente… Porque vivir con miedo es una vida a medio vivir…
P.S.: I love you